Santiago el Mayor, patrón de España, fue uno de los doce apóstoles de Jesús. Nació en Betsaida (Galilea), hijo de Zebedeo y María Salomé, hermano mayor de San Juan Evangelista. Según la tradición, vino a España hacia el año 36 D.C., donde, para animarlo en su labor evangelizadora, se le apareció la virgen María, en Zaragoza. Murió degollado, por orden de Herodes Agripa, en Jerusalén, en el año 44 D.C. y su cuerpo, dicen piadosas leyendas, fue trasladado e inhumado en Santiago de Compostela.\r\nEl hallazgo del sepulcro del apóstol Santiago, a comienzos del siglo IX, supuso el hecho de mayor trascendencia en la historia de Galicia. La ciudad de Santiago se convirtió, por ello, desde el siglo XI, junto a Roma y Jerusalén, en una de las tres ciudades más significativas del mundo cristiano.\r\nEl voto de Santiago y las peregrinaciones a través de rutas sembradas de monasterios, hospederías y hospitales, constituyeron una fuerza renovadora de la cultura hispana, a lo largo de la Edad Media.\r\nBasándonos en la crónica del arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada, el origen del voto de Santiago se encuentra en la negativa del reino de Asturias a satisfacer a los emires de Córdoba, el especial tributo de entregarles todos los años, cien doncellas; esta postura tuvo, como respuesta, la invasión, ordenada por Abderraman II, cuyas tropas derrotaron al rey astur Ramiro I en el primer combate entablado (año 850). Durante la noche, el monarca tuvo un sueño, en el que se le apareció el apóstol Santiago prometiéndole ayuda, y así, al día siguiente, al reanudarse la lucha, el Santo se hizo presente vestido de blanco, montando un caballo del mismo color, empuñando la espada en una mano y un estandarte en la otra y al grito de “Santiago y cierra España”, las tropas cristianas, con recrecida moral, lograron el triunfo en la batalla de Clavijo, según unos o de Albeada, según otros, lo que traería como consecuencia el nacimiento del apelativo “Santiago Matamoros”.\r\nEn acción de gracias por la liberación del vergonzoso tributo, el rey Ramiro I formuló el voto de Santiago, consistente en el pago a la iglesia compostelana, por parte de las regiones del NO de España, entre otras cosas, de un número de fanegas de trigo por yunta. El voto de Santiago, referente a estas aportaciones materiales, fue abolido en 1834.\r\nEn cuanto a las peregrinaciones, su gran apogeo hizo, que, en el año 1161, durante el reinado de Fernando II de León, un grupo de caballeros fundara la orden de Santiago, orden militar y hospitalaria, cuya finalidad era proteger de los ataques musulmanes, a los peregrinos que visitaban el sepulcro del apóstol. Su distintivo era una cruz de color rojo en forma de espada con empuñadura y brazos rematados en forma de flor de lis.\r\nEn esta época de esplendor, la orden benedictina de Cluny ejerció una gran influencia y, gracias a su apoyo, el arzobispo de Santiago, D. Diego Gelmírez (1140) logró el privilegio del Jubileo del Año Santo y de Peregrinación Mayor, concedidos por el papa Calixto II, por el cual, todo peregrino que visite el sepulcro del apóstol, durante el año en el que, el día de su fiesta (25 de julio), sea Domingo, obtiene indulgencia plenario y absolución de sus culpas.\r\nCoincidiendo con este hecho, el pasado año 2.004, miles de peregrinos, a través de las distintas rutas jacobeas, se dieron cita en la ciudad gallega; unos eligieron –quizá la mayoría- el camino francés o camino de Santiago por antonomasia; otros, sobre todo andaluces, eligieron la ruta mozárabe, así llamada por haber sido elegida, en el siglo X, por los mozárabes en su emigración a los reinos cristianos del norte y, posteriormente, aún más concurrida en los siglos XI y XII, como consecuencia de la dominación almorávide. La ruta mozárabe se inicia en Granada, llega a Córdoba y desde aquí parte para Mérida, donde se une con la vía de la Plata, camino por el que van a Compostela los peregrinos procedentes de Sevilla, Huelva y Cádiz; en Baena se une el camino que procede de Málaga.\r\nEn esta ruta mozárabe es obligada la visita al santuario de Linares, en el que, una espectadora de excepción, como es Nuestra Señora, recibe a muchos de estos peregrinos, que, camino de santiago, se acercan a pedirle su protección y acreditar dicha visita, con el correspondiente sello. Este, no sólo identifica el lugar en cuestión sino que, a la vez, comunica, a través de los elementos que formaron parte del hábito peregrino desde sus comienzos, un carácter especial.\r\nEn el sello de nuestro santuario, podemos ver la siguiente composición: la parte central está constituida por la concha de vieira, que se utilizaba como recipiente de comida, insignia arquetípica, conocida popularmente como concha peregrina. El bastón o bordón –indispensable apoyo, e incluso defensa del caminante de antaño- campa por detrás, sosteniendo en su cayado, la calabaza, que se utilizaba como cantimplora. Estos elementos, genuinamente peregrinos, se contemplan con la cruz de la orden de Santiago, que confería al caminante la necesaria protección en su viaje.\r\nPero existen, además, una serie de signos propiamente cordobeses, por ser característicos de nuestra hermandad. Su escudo, nuestro escudo, junto a la cruz, en el principal campo del sello; por encima de ambos, la inscripción “camino mozárabe a Compostela” y en la cinta que orla la parte inferior del sello, figura el lugar donde se estampa: Santuario D Ntra. Señora D Linares, Córdoba.\r\nSu composición, en suma, es una íntima mezcla compostelana y cordobesa, que denota la antigua relación de nuestra Virgen y de nuestro Santuario con el camino de Santiago y exhala ese espíritu tan inexplicable y especial, mariano y peregrino, que, sin duda, han experimentado todos los visitantes a Nuestra Señora de Linares en su caminar por la ruta mozárabe.\r\n