Si continúa la navegación por nuestro sitio web estará aceptando nuestras condiciones, que puede consultar en:
Cuando viajamos, no cuando hacemos turismo que no es lo mismo, a cualquier ciudad, sea de nuestra España o hayamos atravesado nuestras fronteras hasta la vieja Europa o incluso a lugares más lejanos, solemos documentarnos sobre nuestro destino de forma bastante profunda recurriendo a las guías de viaje (algunas de ellas de gran calidad), a otros medios como internet o al siempre recurrente boca a boca; a veces, al llegar a nuestro destino, hemos preparado tanto nuestro viaje que casi creemos conocer ya el lugar y al final de este, una vez puestos nuestros conocimientos en práctica, somos casi unos expertos en la Historia y el Arte de la ciudad visitada. Entonces deberíamos preguntarnos si sabemos tanto de nuestra ciudad, de las calles que recorremos cada día, de los edificios que casi familiarmente nos saludan a diario, pues muchas veces pasamos por alto todo el Arte y toda la Historia que tenemos al alcance de la mano, dando por hechos unos conocimientos que después comprobamos son más superficiales de lo que creíamos.
\r\nEsta sensación se agrava más cuando se vive en una ciudad como Córdoba, donde los dos términos en los que hemos insistido, Historia y Arte, se nos muestran con generosidad. En estas líneas de la revista invitaremos, con la periodicidad con que ella se publique, a los cordobeses y los que aman esta ciudad, no solo por lo que le da día a día sino también por lo que fue (aunque en realidad ambas cosas están muy relacionadas), a que sean viajeros en su Córdoba; a que estas páginas les hagan buscar el tiempo que le dedicaríamos en nuestras vacaciones a conocer otras localidades; a que descubran el inmenso tesoro que esconden muchas esquinas, fachadas, calles o plazas por donde solemos transcurrir pasando por alto todo lo que hizo que eso tan cotidiano haya llegado así hasta nuestros días. De esta forma acabaremos devolviendo a nuestra ciudad el tremendo placer de acogernos en sus brazos, sabiendo quién es hoy por lo que fue (no hay otra ecuación válida) y el día que recibamos a un forastero seamos ese texto vivo que guía al viajero cabal que de verdad quiere conocer lo que ve.
\r\nDividiremos estos paseos recurriendo a la Córdoba resultante de la Reconquista Cristiana de Fernando III el Santo, esa que perduró hasta prácticamente el siglo pasado en que las viejas murallas de la ciudad no resistieron el aumento de la población; esas viejas murallas, de las que todavía tenemos vestigios, que pasaron de labores defensivas contra el enemigo a serlo contra las habituales epidemias de nuestros siglos pasados además de control económico que fiscalizaba los productos que entraban por ellas. Perímetro amurallado de unos ocho kilómetros donde iban apareciendo las puertas que daban acceso a la urbe, hoy casi todas desaparecidas, llegando hasta 14 y que muchos de sus nombres conservamos en nuestro actual callejero (del Colodro, del Rincón, de Gallegos, de Almodóvar, esta en pie, o de Sevilla son nombres familiares para un cordobés). También iremos llegando, o saliendo, de ellas en estos recorridos que propongo.
\r\nEsas murallas dividían a la ciudad en dos, la Ajerquía y la Villa o Medina, cuya “frontera” seguía el eje que hoy forman las calles Alfaros, Capitulares, Diario de Córdoba y San Fernando, vulgo de la Feria; dentro de ellas existían 14 collaciones o parroquias que poco después de 1236, año de la Reconquista, hasta prácticamente el siglo XIX constituían pequeñas poblaciones dentro de Córdoba, pues además de vertebrar la vida espiritual de sus habitantes lo hacían con la administración de la vida cotidiana de estos. Siete eran en la Ajerquía: San Pedro, San Andrés, Santa Marina, San Lorenzo, Santa Mª Magdalena, Santiago y San Nicolás; y siete dentro de la Villa: San Nicolás, conocida como de la Villa para diferenciarla de su homónima en la Ajerquía, San Miguel, El Salvador, Santo Domingo de Silos, San Juan, Omnium Sanctorum y Santa María. Ya en el siglo XIV, dado el aumento de población en la zona cercana a la Catedral, se formó una nueva de estas unidades administrativas, la de San Bartolomé. Todas ellas con su correspondiente joya arquitectónica en forma de iglesia, muchas de ellas felizmente en pie, con su estilo a caballo entre el románico que se iba y el gótico que llegaba, que conocemos como fernandinas en recuerdo del monarca promotor y que obviamente serán objeto de nuestros destinos en esta propuesta.
\r\nEn el próximo número empezaremos con el primero de estos recorridos, será por la vieja Ajerquía en su parte más septentrional (dentro de la antigua división Ajerquía-Villa haremos otras que nos facilitarán el recorrido buscando las calles y edificios más interesantes); saldremos de la que fue Puerta de Plasencia, en la añeja plaza del Corazón de María junto al Convento de los Trinitarios, para perdernos en el laberinto de calles de esta Córdoba Eterna buscando, insisto en los dos términos, el Arte y la Historia que se nos esconden en cada esquina de esta ancestral ciudad que bien se merece un profundo paseo.
03-05-2010 11:29 a.m.
03-05-2010 11:29 a.m.
01-05-2008 9:28 p.m.
03-03-2008 11:06 a.m.
03-09-2007 8:51 p.m.
01-03-2007 2:39 p.m.
01-01-2007 7:57 p.m.
01-12-2006 4:57 p.m.
01-09-2006 12:45 p.m.