Si continúa la navegación por nuestro sitio web estará aceptando nuestras condiciones, que puede consultar en:

 

DICIEMBRE 2006  /  COLABORACIONES

El dilema de Salizanes

01-12-2006 4:40 p.m.

Desde el 8 de diciembre de 1854 la iglesia católica celebra el dogma de fe de la Inmaculada Concepción de María, sin embargo el pueblo andaluz lo llevaba haciendo espontáneamente desde muchos siglos antes, siendo prueba evidente de ello el impresionante catálogo artístico que podemos encontrar en nuestras iglesias o en museos del mundo, donde nuestros mejores escultores, pintores o plateros plasmaron esta iconografía basada en los textos que nos dejó San Juan en el Apocalipsis (12, 1-18): “Apareció en el cielo una señal grande, una Mujer envuelta en sol, con la luna bajo sus pies, y sobre la cabeza una corona con doce estrellas...”

\r\n

No obstante, esta veneración secular y, digamos, no oficial hasta hace poco más de ciento cincuenta años, prácticamente ayer, llevó a enconadas polémicas donde, por una parte, el pueblo desafiaba a la autoridad eclesiástica y, por otra, con enfrentamientos dentro del mismo clero, con una significación especial a favor del Dogma por parte de los franciscanos y una posición contrario por parte de los dominicos. Un ejemplo del primer caso lo tenemos en la Córdoba de principios del XVII cuando tras un sermón de un dominico, en el que se manifestaba abiertamente en contra de que María hubiera sido preservada de todo pecado desde su concepción, se formó tal revuelo entre el pueblo que obligó al obispo de entonces, Fray Diego de Mardones, de la misma orden de Predicadores, a suspender todos los actos que la ciudad tenía preparados en honor de la Inmaculada. La Ciudad reaccionó ante aquello y entabló pleito en la Real Cancillería de Granada a través de sus Cabildos, municipal y catedralicio; la situación empeoró todavía más cuando el obispo decidió excomulgar a los implicados directamente en el asunto y tal dimensión tomó la cosa que al final tuvo que intervenir el mismísimo Rey, Felipe III en este momento de la Historia, 1614, a favor de la Ciudad de Córdoba evitándose así males mayores.

\r\n

No menos pintorescos son los enfrentamientos que nos ha dejado la historia entre los dominicos y los franciscanos, como mencionábamos antes. Los Hijos de Santo Domingo esgrimían teorías en contra como la universalidad del pecado original, excepción hecha de Cristo (un error contra la fe decían), encontrando la réplica en los seguidores del gran Santo de Asís que no podían concebir que figura tan fundamental en la Redención pudiera tener mancha de pecado alguno. La tensión entre ambas ordenes estalló en una de las ciudades más apasionadas con este dogma, Sevilla; unos meses antes del hecho ocurrido en Córdoba, el 8 de septiembre de 1613, otro dominico llamado Fray Domingo de Molina niega en su sermón en el convento de Regina Angelorum, del que era prior, la concepción sin pecado de María, formándose un auténtico escándalo en la ciudad hispalense que provocó procesiones de desagravio (la Hermandad del Silencio diez días después celebra desfile, además de incluir en su Regla el voto de sangre y la bandera concepcionista), certámenes poéticos donde se elogiaba el misterio, convocados como no podía ser de otra manera por los franciscanos, y la reacción popular en forma de coplilla que se recitaba constantemente: “Aunque le pese a Molina/ y a los frailes de Regina/ al prior y al provincial/ fue María concebida/ sin pecado original”.

\r\n

Son solamente dos ejemplos, muy elocuentes, de los múltiples que hubo, donde queda plasmada la pasión que siempre ha tenido el Dogma de la Inmaculada en el pueblo español. El caso que nos ocupa, que es el verdadero objeto de estas líneas, es otro donde va a quedar plasmada esa pasión pero en forma de obra de arte y con una base material en madera. Alonso de Salizanes nació en Zamora, tomó los hábitos franciscanos llegando a ser General de la Orden, tras ocupar el sillón episcopal de Oviedo llega en 1677 al de Córdoba, siendo obispo de nuestra ciudad hasta 1685 cuando fallece, periodo en que destacó por su labor a favor de los más desfavorecidos y por dotar la Capilla del Santísimo Sacramento de nuestra Catedral. De estos someros datos biográficos nos ocupa el último aportado, pues para esa capilla, conocida también como “de la Concepción de Salizanes”, encargó nuestro docto obispo dos inmaculadas para que la presidiera, por cierto una de las más bellas del templo catedralicio donde destaca la labor de Melchor de Aguirre, que trazó su fachada y su retablo en mármol rojo de Cabra y blanco de Génova.

\r\n

Pero debemos centrárnos en el detalle de que encargara dos inmaculadas. El motivo fue el poder elegir entre lo mejor que se realizaba por entonces en Sevilla y en Granada, los dos focos en que se dividía nuestra Escuela andaluza de Escultura, si bien para la parte granadina tuvo que dirigirse a Málaga pues por entonces allí trabajaba el más significado de sus representantes. Habían pasado ya los años en que por Sevilla esculpían genios como Martínez Montañés o Juan de Mesa y en Granada ya había fallecido el grandioso Alonso Cano, pero todavía se podían recurrir a grandes creadores y fue lo que hizo Salizanes; en Sevilla acudió a Pedro Roldán y hasta Málaga se fue a buscar al aventajado discípulo de Cano, Pedro de Mena.

\r\n

De este modo en torno a 1680 llegaron hasta Córdoba dos magnas interpretaciones de la Inmaculada Concepción de María, pero un problema se le presentaba a Fray Alonso, debía de elegir entre una de las dos y, evidentemente, se le presentaba un gran dilema. Por un lado Roldán había ejecutado una de las mejores realizaciones en su dilatada producción, mientras que Mena presentaba la típica de su estilo, heredero del de su maestro, no era fácil la papeleta que tenía el señor obispo de desechar una de las dos.

\r\n

Tras no pocas cavilaciones el dilema de Salizanes se resolvió a favor de la obra granadina llegada desde Málaga, el motivo que le llevó a decidirse lo encontramos en el archivo de los P. P. Trinitarios: “Trasladadas a Córdoba se maravilló el obispo y no supo cual de las dos era más hermosa, ya que ambas le enamoraban por su singular perfección y después de varios pareceres, unos se inclinaban a una y otros a otra, eligió su Ilustrísima la de Málaga, por parecerle que el ropaje de la de Sevilla era muy airoso, que decía más de una Asunción que de Concepción, en vez de conocer ventajas de hermosura en la de Sevilla”. Se desprende del documento, a parte del motivo que llevó a Salizanes a elegir, que quien lo escribe tenía predilección por la de Pedro Roldán (opinión que por otra parte comparto al tratarse de una de las mejores realizaciones de este tema que hoy podemos admirar), lo que es lógico si nos atenemos al destino final que tomó la desechada, su convento de los P. P. Trinitarios Descalzos.

\r\n

Quedó colocada la de Pedro de Mena presidiendo la capilla del Santísimo Sacramento donde hoy continúa, mientras que la sevillana pasó a una estancia del templo catedralicio y “hubo muchos codiciosos de la santa imagen y consiguiendo la fortuna de llevarla el sacristán de este convento, que era el hermano Fray Alonso de la Madre de Dios”, permaneciendo allí, airosa como ella sola, en el crucero de la iglesia del convento trinitario. Esta es, a grandes rasgos, la historia que trajo hasta nuestra ciudad dos magnas representaciones de una de las iconografías más significativas de nuestro arte, que pusieron en un dilema al señor obispo, tomando la difícil decisión que hemos descrito, que aunque el que escribe estas líneas no comparte, si comprende pues no era fácil la papeleta que se le presentaba, si bien no debemos de lamentarnos ya que la otra sigue habitando en nuestra Córdoba.

\r\n

Cómo conclusión a estas líneas propongo al lector ponerse por un rato en la piel de un obispo franciscano del siglo XVII y, tras un paseo por nuestra Catedral, dirigirse a la capilla “de la Concepción de Salizanes” para admirar la Inmaculada de Pedro de Mena que allí luce, para después cruzar las viejas calles de Córdoba hasta el Convento de los Padres de Gracia, en su plaza del Corazón de María, antigua de los Olmos, para hacer lo mismo con la Concepción de Pedro Roldán, y decidan como lo tuvo que hacer el viejo obispo. Es una buena forma de pasar la mañana del 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada.

Más artículos

Don Antonio Cañero actor

03-05-2010 11:34 a.m.

Segundo volumen

03-05-2010 11:29 a.m.

Como decíamos ayer

24-04-2010 1:41 p.m.

La carta que nunca recibí

01-05-2008 6:09 p.m.

La verdadera vida

03-09-2007 8:13 p.m.

Las cartas que nunca envié

01-06-2007 2:18 p.m.

El Pisto

01-03-2007 2:48 p.m.

Premios Averroes 2007

01-03-2007 1:04 p.m.

El dilema de Salizanes

01-12-2006 4:40 p.m.