Convento de los Padres de Gracia

Retomando el paseo por las calles de nuestra ciudad y que dejamos en la Magnífica Iglesia de San Lorenzo, bajamos hacia una de las zonas más desconocidas de la ciudad y que realmente muestra un encanto particular, con sabor a la Córdoba antigua, a un tiempo pasado en el que todavía se podía encontrar a las gentes del lugar conversando entre ellas y entrando en establecimientos, propios de un pasado no muy lejano en esta ciudad.

El paseo que vamos a realizar en este capítulo lo comenzamos en la calle Mayor de San Lorenzo, llamada antiguamente, “Ancha de San Lorenzo” y la terminaremos en el Convento de los Padres de Gracia.

Paseando por esta calle, encontramos varias callejuelas que la atraviesan y que sus nombres nos acercan a la historia de la ciudad. Una de ellas es la llamada calle del Trueque, nombre que posiblemente nos indique el lugar del barrio donde antiguamente se recogían y cambiaban las monedas, ya que los Reyes Católicos en 1493, prohibieron las antiguas monedas creando una sola moneda nacional. Ramírez de Arellano nos dice que el nombre de esta calle pudo deberse al cambio que unos padres de un niño rico muerto, hicieron por el de un niño pobre para poder criarlo y darle unas mejores condiciones de vida.

Otra de las calles que nos llevarán al convento, es la llamada de Juan Palo, nombre curioso de esta calle, ya que le viene dado por un vecino de la zona, cuyo nombre era el de Juan Lanas. Este buen señor, tenía algunos problemas con su mujer, ya que ella malgastaba todo el dinero del mismo y trataba a nuestro personaje con muy malos modos. El buen señor se quejaba mucho a su madre de los malos tratos que recibía por parte de su mujer, y esta buena señora le decía que no había mejor medicina que una buena dosis de acebuche y terminaba recalcando; “Juan, palo, palo en ella, que el loco por la pena es cuerdo”, pero el hijo una mañana hizo caso de estas palabras y sin más, propinó una paliza a su esposa cambiando el carácter de la misma, quedándose con el nombre entre el vecindario con el de Juan Palo.

Ya en la calle Mayor de San Lorenzo, en el siglo XVII formaba en su mitad una gran hondonada donde se recogía el agua de la lluvia para la fábrica de curtidos, pero en el siglo XVIII el Corregidor don Luis Eguiluz la allanó, haciendo desaparecer esa estética de la calle. Por está calle había también casas solariegas pertenecientes a los Muñoz de Baena.

La marcha sigue calle abajo y nos encontramos con la Plaza de los Padres de Gracia. Esta plaza es conocida con este nombre por el convento del mismo nombre que la domina, pero antiguamente era llamada plaza de los Olmos u Olmedos, cuyo nombre le venía por una familia llamada así y que vivían en el lugar. Había otras versiones que decían que el nombre le era dado por los árboles que en ella se encontraban. Ya en la plaza nos encontramos una fuente del siglo XVIII y que llamaban de Miraflores, el agua fue descubierta por los frailes Trinitarios Descalzos, quienes pidieron al Ayuntamiento en 1634 poder labrar las fuentes que en ella se encontraban utilizando el sobrante para consumo del Convento, concediendo el Ayuntamiento una paja de agua para tal fin.

En esta plaza estaba la llamada puerta de Plasencia, nombre que le fue dado por las tropas del Santo Rey que entraron por esa zona a tomar la ciudad y que esas tropas procedían de esta ciudad. En Paseos por Córdoba nos indica que por esta puerta entró el cadáver de Fernando IV para llevarlo a la Colegiata de San Hipólito y recibir sepultura.

Otra de las zonas cercanas al convento en el que daremos un pequeño paseo antes de entrar en el recinto, es el llamado Marrubial. Cercano a la antigua puerta de Plasencia, en él se podían ver varios arroyos que rodeaban una cruz de piedra donde cuenta la tradición que al Padre Roelas se le apareció el Arcángel San Rafael acompañado de los mártires de Córdoba. Frente a esta cruz, había o mejor dicho, estaba el Jardín de Miraflores, en el que hoy se encuentran unas casas modernas con algo de Jardín pero sin ningún atisbo de lo que fue. Este jardín fue costeado por el señor don Juan de Dios Manrique, marqués de Villaverde. En el año 1865 se proyectó en este recinto la construcción de un penal, llevándose a cabo por el arquitecto provincial don Pedro Nolasco Meléndez, de quien nos detendremos más en su figura cuando nos paseemos por el cementerio de San Rafael. Lo que queda de ese antiguo barrio, es el lienzo medieval de muralla, que desafortunadamente no muestra lo que todos los cordobeses desearíamos; una muralla iluminada y un buen paseo para disfrutar de su encanto.

Situándonos en la fachada del convento, dejando todo el entramado de calles y nombres descritos anteriormente, nos encontramos una construcción que se fundó en 1607, en una pequeña ermita llamada de Nuestra Señora de Gracia, por el padre fray Juan Bautista de la Concepción, reformador de la orden y fundador de varios conventos por todo el territorio nacional. Este convento, como muchos de los de España, fue desamortizado y expoliado en 1835, siguiendo la iglesia abierta al culto, pero las dependencias del convento se usó de presidio hasta el año 1843, quedando abandonado para ser utilizado en los años 50 de esa centuria como hospital de coléricos hasta el 1866 tres trinitarios reabren sus dependencias pero sin la aceptación de los ciudadanos de la zona.

La fachada del convento muestra una estructura sencilla, pero con el encanto de la arquitectura de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Se encuentra dividida a modo de retablo, encontrando en ella la Santísima Trinidad presidiendo el centro de la misma, San Juan de Mata, San Félix de Valois, Santa Inés, Santa Catalina y rematando el conjunto la imagen de la Virgen acompañada de San Rafael y San Miguel.

Para adentrarnos en el recinto, vamos a dejarlo para el siguiente capítulo, ya que además de la arquitectura de este templo, hay que hablar de un personaje al que realmente le tengo un especial cariño, y que si tienen ganas de conocerlo, les emplazo al número de Enero. Saludos.