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Volviendo a nuestro recorrido por las calles de la Córdoba Eterna, nos detenemos en una las Iglesias con más solera de nuestra capital, una iglesia que como todas las que hemos visitado, nos evoca un pasado, un presente y sobre todo, un futuro para nuestra historia.
\r\nNos estamos refiriendo la Iglesia de San Francisco y San Eulogio, antiguo convento de San Pedro el Real.
\r\nTras la reconquista de la ciudad por las tropas de Fernando III, se instaura en Córdoba, la Casa Madre de los conventos franciscanos de la provincia, siendo éste el lugar elegido para erigir el convento que a la postre, sería la iglesia que conocemos en la actualidad.
\r\nLas noticias que se conocen de dicha comunidad en el siglo XIV son escasas, adelantándonos hasta el siglo XV, que don Lope Gutiérrez, Señor de Guadalcázar, dotó de capellanía al convento Franciscano. Más adelante, hacia 1440, tenemos constancia de la fundación de la cofradía de la Caridad, la cual se dedicada a cuidar enfermos. Cuando adquiere mayor importancia en la ciudad el convento, es en los siglos XVI y XVII, contando con el número de casi cien frailes. Este hecho, supone que gran cantidad de ellos, destinasen su tiempo a predicar y atender a las familias más necesitadas de la zona, ocasionando que muchas de las familias nobles de Córdoba, aportasen grandes sumas de dinero para enriquecer el ornamento de la iglesia.
\r\nYa, en el siglo XIX, la desamortización afecta directamente a la comunidad franciscana, siendo un periodo muy importante para el devenir del convento. En 1812, las Cortes de Cádiz suprimen en nuestro país, gran cantidad de monasterios, afectando directamente al convento de San Pedro el Real, originando que los frailes franciscanos tuvieran que marcharse a buscar nuevos lugares de asentamiento. Cuando sube al trono Fernando VII comienza un regreso paulatino de frailes a nuestra ciudad, devolviéndose sus derechos adquiridos con anterioridad a la comunidad franciscana. En 1813, un 24 de mayo, se restaura la orden en su antiguo emplazamiento, pero tras unos años de tranquilidad, entre 1835 y 1843, irán naciendo en nuestro país leyes para la supresión de las órdenes religiosas, originando la venta de muchos de los enseres patrimoniales de los conventos y sobre todo, el enriquecimiento de los amigos de lo ajeno.
\r\nLa venta de los edificios de la orden franciscana, dejo al convento extinguido por completo, pasando sus instalaciones a formar parte de una fábrica de paños, para luego ser vendidos para casas de vecinos, quedando sólo la iglesia abierta al culto hasta que más tarde se convirtió en parroquia.
\r\nEn cuanto a la evolución arquitectónica del edificio, nos encontramos que en época medieval el edificio se levanta en unos terrenos donados por Julianus Piretius y María Piretia, levantando la iglesia en ese momento. De esa época sólo nos queda la cabecera de la iglesia, ya fue muy transformada en época moderna. En le siglo XVIII, la iglesia se ve sometida a un profundo cambio estructural, redecorando todo el conjunto con las yeserías típicas que se pueden ver por toda la ciudad, construyéndose nuevas capillas. Como ya hemos comentado anteriormente, el siglo XIX fue nefasto para la edificación conventual, ya que todo lo realizado anteriormente va desapareciendo poco a poco.
\r\nDe esa época tan florida de uno de los templos más importantes de nuestra ciudad, aparte de distintas zonas de la iglesia, nos queda una parte del claustro. Este claustro, aparte de la dejadez durante su desamortización, ha estado también abandonado en nuestra época por parte de las autoridades competentes, y no me refiero arquitectónicamente hablando, sino a la social. Aquí nos podemos encontrar toda clase de parásitos sociales que representan a la ciudad y a buen entendedor sobran las palabras, en este caso las letras, ya que la zona, era considerada un poco peligrosa para el viandante.
\r\nPolémicas a parte, el claustro principal del antiguo convento de San Pedro el Real, sólo se conservan dos alas. Se configuraba con dos plantas con arcadas de ladrillo. Toda la reforma del claustro, se emprendió en los siglos XVI-XVII, decorándose con lienzos de Juan de Alfaro y Antonio del Castillo, estando una pequeña representación de ellos en el Museo de Bellas Artes de nuestra ciudad.
\r\nEn 1782, se emprende la construcción de las portadas del convento, realizando la del Compás y la de la calle de San Francisco. Una vez dentro del templo, nos encontramos una imagen muy reconfortante para la vista del viajero. Vemos uno de los retablos más importantes que se pueden ver en nuestra ciudad, realizado en 1720 por Teodosio Sánchez de Rueda. En cuanto a las demás piezas escultóricas, destacaremos la imagen del Cristo de la Caridad, que al parecer fue donada por Juan Draper de Valencia en 1614 al Hospital de la Caridad. Otras de especial importancia, es la de San Pedro Alcántara realizada por Pedro de MENA, la Dolorosa de José de Mora o el Ecce-Homo de la Roldana. Hay otras posteriores en el tiempo que son el exponente de los escultores cordobeses del Siglo XVIII, destacando la Virgen de la Aurora, San Rafael o Jesús en Huerto, posibles obras de nuestro escultor Alonso Gómez de Sandoval.
\r\nHe querido dejar para el final la producción pictórica de la iglesia. En ella actualmente se pueden contemplar obras de los andaluces más destacados del XVI-XVII. Se pueden ver obras de Céspedes, Valdés Lean, Peñalosa y Antonio del Castillo, (de este podrían ser copias de sus originales).
\r\nNo he querido extenderme mucho en este artículo, ya podríamos estas hablando de él durante mucho tiempo. He querido hacer un pequeño recorrido por una de las iglesias más fascinantes de la ciudad. Disfruten de la Córdoba Eterna.
03-05-2010 11:29 a.m.
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