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Ya estamos inmersos en un nuevo y deslucido año Manolete. O las instituciones se lo tienen escondido o parece que, como ya ocurriera hace diez años, el 2007 pasará sin pena ni gloria por el calendario taurino, cultural o social. Quizá ya sea lo mejor, porque la improvisación no lleva a ningún lugar. Eso sí, cuando se estrene la película norteamericana que muestra la biografía del torero, y que tanta expectación ha suscitado, volveremos a quejarnos de la poca justicia que se le hace a nuestro paisano, cuando el error parte desde nosotros mismos. Y es que Manolete, lo queramos o no, tenía fuera de Córdoba su mayor peso en la afición, aunque no por ello dejó de amar su ciudad natal. Prueba de ello la encontramos en los numerosos volúmenes de cronistas, escritores, fotógrafos, periodistas y artistas foráneos que se inspiraban en él con el fin de mostrar el éxito de una época difícil, además de cantar, por supuesto, al arte más puro. Entre estos cabe destacar un título fundamental por su amplio archivo fotográfico titulado “Manolete, el artista y el hombre”, de Martín Sánchez Cubero, en el cual se representa la vida taurina de Manolete desde su alternativa hasta la foto del torero yaciente, así como también retazos de su vida personal, religiosa y familiar. Además, también destacan la rica decoración de las cubiertas con grabados del pintor madrileño, Antonio Casero, famoso ilustrador de aquellos años. El libro es, además de un homenaje, una prueba del momento de auge que tenía el fotoperiodismo español. Sin duda, este sano sustitutivo de la televisión tuvo éxito gracias a Sánchez Yubero que acercaba al pueblo otras figuras sobresalientes de la época como Miguel Mihura, Jardiel Poncela, Buero Vallejo, Hemingway, Ava Gardner, Luis Miguel Dominguín, Belmonte, etc.
\r\n“Manolete, el arttista y el hombre” tuvo una primera edición el 1944 en la que se ensalzaban los primeros años de éxito del diestro. El cronista y fotógrafo madrileño nos relata bajo su prisma los comienzos de Manolete siendo testigo de momentos tan significativos como el de la confirmación de su alternativa a manos de Marcial Lalanda el 12 de octubre de 1939. Sánchez Yubero, como fotógrafo bien avenido en El Pardo, era un elegido para acompañar a los personajes más significativos de la época. De ahí que el libro recorra la vida cotidiana del torero así como aplauda sus compromisos sociales. Por ejemplo, nos relata bajo imágenes y texto el momento en el que Manolete toma posesión de la presidencia del Montepío de toreros. Además, también podemos observar fotografías y comentarios de un día de tentadero en el campo. Éstos son sólo algunos ejemplos del libro que llegan a su más honda peculiaridad cuando el fotógrafo relata la vida privada del torero. Manolete es presentado como un hombre de éxito ante las mujeres, bueno con los desfavorecidos, un cristiano fervoroso, un hijo perfecto. Es decir, un ser inmaculado cuya falta de defectos se convierte al recorrer el libro, el mayor de ellos. Si destaca algo más allá del carácter populista del volumen, lo que por otro lado, lo convierte en una extraña y valiosa rareza, es que Lupe Sino no aparece por ningún lado. Es decir, en su esfuerzo dirigido por contar una historia más que mostrar una vida, Sánchez Yubero nos regala una lección histórica del periodismo de sociedad de una época.
\r\nEn cuanto a la crónica taurina del libro, la exaltación de Manolete roza la cursilería. Se analiza el estilo, el valor, los diferentes pases, los momentos duros, las convalecencias, un sin fin de piropos que aplauden el favor del torero, claro está.
\r\nA primera vista el análisis de “Manolete, el artista y el hombre” en este artículo puede parecer una crítica destructiva. Esa es quizá la visión que surge al estudiar en pleno siglo XXI la obra, pero en el fondo, no se le puede objetar nada. Ojalá su ingenuidad, pureza y sencillez contagiara el rigor y la frialdad con la que en la actualidad se analiza cualquier situación, el partidismo encubierto, y nos ayudara para hablar de nuestro torero. Faltan Sánchez Yuberos que exalten a Manolete, porque figuras como él solo hay una y cada vez los homenajes quedan más lejanos y quedan más huérfanos y es en libros como éste donde encontramos el verdadero respeto que desde su tierra no llega.
03-05-2010 11:49 a.m.
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