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JULIO AGOSTO 2006  /  ARQUEOLOGÍA

Roma y el mundo funerario: Corduba

03-07-2006 1:59 p.m.

Parte II

Sin duda todos conocemos la existencia de los monumentos funerarios de La Puerta Gallegos, o la tumba del camino viejo de Almodóvar, ya que se encuentran in situ, y además son un referente de la guía urbana de la ciudad.

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Dichos monumentos, junto a otros restos que, aunque no son tan evidentes, sí que han sido motivo de estudio, nos hacen pensar en la estructura de la ciudad en el siglo IV-V, en su ubicación, en los personajes allí enterrados, etc., y como les apunté en el artículo anterior, el mundo funerario romano era de suma importancia para un pueblo dado a sus dioses y su consagración.

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No sólo el mundo funerario formaba parte de lo puramente, podríamos decir, popular, sino que también formaba parte del mundo político y legal, y ocupaba un papel importante dentro de las leyes del pueblo romano.

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Éste es sin duda un tema interesante, ya que desde el punto de vista religioso, cualquier tipo de enterramiento o lugar a tal efecto, automáticamente se convertía en sagrado, locus religiosus, con lo cual o intervenía la ley civil, o aquello se convertiría en algo desorbitado.

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El derecho romano, que ha tenido y tiene tanta repercusión en la historia de la humanidad, recogía en su rama del derecho civil, el correcto uso de los lugares sacros, siempre que no se interfiriese al derecho pontifical, así que quien enterrase a una persona en un lugar ajeno al habilitado, debía de desenterrarlo si el dueño del lugar así lo estimaba oportuno, aunque para ello el dueño debía de contar con la aprobación de los pontífices o Príncipe.(recuerden la gran jerarquización social del mundo romano).

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Pero ¿qué sucedía si el dueño decidía pasar por alto el incidente, ahorrándose así todos los trámites y escollos legales que suponía la exhumación del cadáver extraño?, la ley también procuraba rellenar un vacío legal en un caso así, ya que el enterrador, podría volver a la tumba a reutilizarla, porque a no ser exhumado el cadáver, el lugar se sacralizaba, pero la ley disponía que el dueño tenía derecho a evitarlo y a pedir que el difunto fuese desenterrado en cualquier momento.

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No me imagino, los jardines de tantas hermosas casas que existen en la actualidad llenas de tumbas anónimas, sería un caos, así pues, aunque el derecho pontificial romano concedía el aspecto de lugar sagrado allí donde existiese un enterramiento, el ámbito social exigía un lugar determinado y reglado para las moradas del difundo, no molestando así a ningún dios menor, ni ningún mortal, claro.

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Incluso si se encontraba algún vecino con el levantamiento cerca de su casa de una tumba, no podría hacer nada si la tumba estaba en avanzado estado de construcción, a menos que se hubiese construido con violencia, y si el difunto estaba ya enterrado, debía de decidir el estado pontificio, incluso la ley sagrada consideraba aspectos tales cómo que el lugar sagrado de un individuo que había sido enterrado en varias tumbas fuese aquel donde se encontrara la cabeza, un tema bastante complicado en aquellos siglos.

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Y, ¿cómo puede encontrar el arqueólogo testimonio de tales actuaciones?, quizás cuando hablamos de tumbas “violadas”, la realidad fuese alguno de los actos que hemos contado, tumbas que fueron trasladadas.

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Para el pueblo romano tanto eran sagradas las tumbas de un ciudadano de derechos plenos, cómo las de los esclavos, ya que eran considerados patrimonio del dueño, no ocurría lo mismo con las necrópolis enemigas, las cuales eran destruidas; incluso si eran ellos los sitiados el lugar invadido perdía el carácter de sacro, para ahorrarse así un problema moral y con los dioses manes.

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Es por ello por lo que el arqueólogo a veces encuentra restos reutilizados en diferentes enterramientos, procedentes de necrópolis sitiadas.

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A lo largo del imperio romano, la jurisprudencia iría diferenciando lo que podía definirse cómo sacro, o no, en relación a un enterramiento, se realizaba mediante la distinción entre sepulcro y monumento, sacro sería el lugar estricto donde reposan los restos, lo demás sería un testimonio destinado a la memoria del difunto.

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Así surgía ante la muerte el problema de encontrar un lugar legal para enterrar al difunto, los que eran poseedores de tierra, los depositaban en sus dominios,( es por ello por lo que en algunos yacimientos se encuentran restos difuminados de tumbas), los habitantes de las ciudades debían de comprar una parte de los lugares destinados al uso de enterramientos, prueba de ello nos la ofrece la epigrafía, y sus referencias a éstas actuaciones.

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Para el mundo de la arqueología es de suma importancia, siguiendo los textos de J. Remesal Rodríguez, saber que las grandes tumbas y monumentos, no siempre albergaban a difuntos, a veces llegaron a convertirse en edificios construidos para la venta, es decir que las sociedades funerarias construían como un negocio, así que las decoraciones y epígrafes puede que no pertenezcan a un determinado individuo sino que el estilo fuera predispuesto para la venta, e incluso nunca fuesen utilizadas cómo tumbas.

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La violación de una tumba conllevaba para la población humilde la pena de muerte, para el resto era el destierro o las minas.

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Un entierro suponía gastos, el padre solventaba los del hijo y esposa, un heredero los del testador, que le suponía en algunas ocasiones una buena suma, ya que el testador había fijado una gran construcción monumentalizada, aunque existían porcentajes que se reducían ante tales gastos.

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Existían complicaciones cuando los individuos eran enterrados en lugares fuera de los establecidos, si compartían el terreno, si estaban próximos a sus vecinos, los límites de las fincas, el tamaño, la disposición, etc.

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Todo éste enfoque del mundo funerario supone una gran labor de estudio al arqueólogo- historiador, que debe tener presente la gran complejidad que su investigación aporta para la aclaración de datos.

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Recuerden que les comenté que la cosa se complica cuando aparece en un yacimiento restos de tumbas, ya que el estudio se alarga en el tiempo, y en el presupuesto.

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Les he transmitido ésta percepción del mundo funerario romano, para que se aproximen de modo más real, al estudio que toda disciplina debe realizar ante cualquier área de investigación, y para que tengan muy en cuenta, que no sólo hay que conocer los monumentos por su belleza o grandiosidad, sino que existen unos complicados e interesantes antecedentes históricos que los hacen aún más dignos de ser conservados cómo prueba de todo un proceso histórico.

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Hay muchos restos arqueológicos, que aunque no se encuentran formando parte del casco histórico, o zonas de visita obligada de nuestra ciudad, quizás aporten bastantes datos de suma importancia para conocer todo el mundo romano, y sus costumbres ante la muerte.

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El trabajo de reconstrucción de los restos que se encuentran aislados, de los diferentes epígrafes, es un largo proceso, que nos acerca a la reconstrucción del La Corduba que a todos nos interesa conocer, tanto de sus vivos cómo de sus difuntos.

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Si deciden realizar alguna obra en su jardín y encuentran algún resto sospechoso de enterramiento, tengan en cuenta lo que les he dicho, e intenten imaginar lo que ello significó en su época, aunque podría ser no sólo romano, sino islámico, visigodo, cristiano, o de la guerra civil, o quizás de hace unos pocos años, uno de esos desaparecidos!!!; Es por ello la importancia del saber recoger y estudiar los datos hallados de la mano de la arqueología.

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