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JULIO AGOSTO 2006  /  REPORTAJE

Yeguada Lovera, la casa de los Pura Raza

03-07-2006 4:07 p.m.

La ganadería se creó en 1880, cuando los caballos entraron en “El Guijarrillo” para facilitar las labores agrícolas.

Dicen que el caballo es uno de los animales más hermosos que Dios ha creado. La elegancia de sus hechuras y el porte de su anatomía hacen de él un ser de indescriptible armonía. Ligado al hombre desde el principio de los tiempos, ha conseguido ser uno de los acompañantes más fieles a su amo.

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Durante los miles de años de prehistoria, el hombre utilizó al caballo como un mero alimento. Una vez que la humanidad se asentó y dejó de ser nómada, el hombre se percató de la importancia utilitaria que podría tener el animal. Fue en la Edad de Bronce cuando el caballo comenzó a emplearse como elemento de trabajo.

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A partir de aquí, este animal ha sido protagonista de numerosas gestas. Algunos incluso se hicieron famosos gracias a la importancia de sus amos. También, a lo largo de la historia, el caballo ha sido uno de los personajes claves de numerosas obras novelescas. En la mente de todos quedarán para siempre nombres como Pegaso, Bucéfalo o Rocinante, entre otros. El origen del caballo deriva de una región oriental remota. Europa lo importó y lo hizo suyo, para luego llevarlo consigo al nuevo continente, allá en el siglo XV, cuando el descubrimiento de América.

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Hoy, el caballo forma parte de nuestras vidas. Lo vemos en competiciones, en ferias locales, tirando de calesas por las calles de la ciudad, en los toros como caballos de picar… La ciudadanía acepta la figura del caballo como parte de la sociedad actual. Pero sólo unos pocos se acercan más a estos ejemplares esbeltos y elegantes que nos ha proporcionado la naturaleza. Córdoba no podía quedarse atrás. La provincia cuenta con ganaderías de gran importancia que hacen poner en valor las diferentes razas.

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La Historia

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En el término municipal de Santaella, en plena campiña cordobesa, descansan las tierras de una finca agroganadera de 250 hectáreas llamada “El Guijarrillo”. Junto a un extenso olivar y a un amplio campo cerealístico, se eleva una antigua infraestructura con forma de cortijo andaluz, hoy adaptado a la cría ecuestre. La Yeguada Lovera se asienta en el lugar, aportando al mundo del caballo unos 70 ejemplares de Pura Raza Española (P.R.E.) que viven repartidos entre los establos y la zona de pastar. Un 35% de este número son machos. El grueso de la población lo conforman las hembras, que viven repartidas entre “El Guijarrillo” y “El Bujadillo” según si están o no preñadas. Las yeguas que no lo están retozan entre la naturaleza con sus potrillos en las tierras de Santaella, mientras los caballos macho se encuentran estabulados desde que cuentan con tres años de edad. El apoyo de la extensión “El Bujadillo”, situada en Belmez, es fundamental, ya que aporta a las futuras madres todo lo que necesitan para la crianza de sus potros. Es en invierno cuando se cubren las hembras y, una vez preñadas, se envían a esta finca de sierra, donde la hierba ya ha crecido y donde pueden pastar a sus anchas.

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La familia Lovera

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Al frente de la ganadería se encuentra Enrique Lovera de las Morenas, administrador de la empresa familiar creada alrededor de 1880, cuando su tatarabuelo comenzó a introducir ganado en la finca para facilitar las labores agrícolas. El caballo comenzó a tomar importancia con los años, de manera que de la labor simple de trillaje de trigo, la familia empezó a realizar una selección entre los diferentes individuos. Pero no fue hasta 1970 cuando la “Yeguada Lovera” se introdujo en competiciones morfológicas y deportivas. La familia tuvo que esperar casi un siglo para que sus caballos fueran presentados a concursos de morfología de P.R.E. Enrique ha continuado la labor de su padre, pero “añadiendo cosas de la época, como aportes los de la ciencia en cuanto a inseminación artificial” entre otras.

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Es en el momento del nacimiento, cuando la familia Lovera detecta la calidad del potrillo. Se dejan llevar por los padres del recién nacido, pero hay datos como la altura y las hechuras que indican si el animal será un buen ejemplar. Rasgos como la cara, el cuello o los tercios son determinantes a la hora de discernir si el potro es de buena calidad. Aunque, según lo que Enrique desvela, la Yeguada Lovera tiene “pocos problemas al respecto gracias al gran proceso de selección” que llevan realizando durante décadas.

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Los Pura Raza Española

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Una labor de crianza de caballos que les ha llevado a alcanzar una gran fama a nivel mundial. Antes del nacimiento de los potrillos, éstos casi tienen dueño, aunque Enrique se reserva algunos ejemplares ya que tiene que “seguir adelante con la ganadería familiar”. Por esta razón, hoy día cuenta con cuatro machos que no están en venta. Se trata de los sementales que preñarán a las hembras, las que Enrique califica como la “fábrica” de la “Yeguada Lovera”.

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El precio y la calidad de los animales van aumentando conforme éstos van cumpliendo años. La empresa se asegura las ventas anuales vendiendo algunos potros justo cuando los destetan, pero la mayoría se quedan en “El Guijarrillo”, al cuidado de la familia Lovera. Éstos los crían y con el paso del tiempo los presentan a concursos. Es una forma de que el animal vaya adquiriendo currículum y, por tanto, aumente su calidad como ejemplar.

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Pero los certámenes no sólo sirven para los animales. Éstos son una vía para la promoción de la propia ganadería. Suelen ser concursos morfológicos, en los que se premia la belleza del animal. Los realizan por toda España, dando a conocer la “Yeguada Lovera” por cualquier rincón de la geografía nacional.

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Sus caballos, P.R.E., se caracterizan por la redondez de sus formas y la uniformidad. Las yeguas con una altura de la cruz superior a los 1.50 metros, entran a formar parte del canon establecido para los P.R.E., mientras que esta cifra se eleva a los 1.52 metros para los caballos. Pero la ganadería “Yeguada Lovera” no sólo dedica sus esfuerzos a los concursos morfológicos, sino que también participan en muchos otros destinados a la doma clásica y vaquera, a cargo del jinete de la casa, Francisco Jesús Castro Osuna.

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Las instalaciones de la ganadería cuentan con varias zonas dedicadas a los caballos. Destacan la cuadra o establo principal de sementales y las yeguerizas que, como su propio nombre indican, son los lugares donde descansan las hembras. La finca cuenta también con una nave de potros. Los lugares para el trabajo diario son el picadero cubierto, una pista de doma clásica, otra pista de doma de potros y un andador mecánico que facilita las labores de cuidados a los trabajadores. Todo ello se encuentra dentro del cortijo andaluz de la finca “El Guijarrillo”.

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La gestión corre a cargo de la familia Lovera, que cuenta con la colaboración de tres personas de confianza encargadas del mantenimiento de los caballos. Aparte, de manera eventual cuentan con el apoyo de un veterinario, un herrador y un guarnicionero.

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En cuanto a los avances recientemente presentados por la Universidad de Córdoba sobre el traslado embrionario de unas yeguas a otras, Enrique Lovera se muestra optimista, ya que les va a permitir “perfeccionar la ganadería y aumentar también las posibilidades de ésta”. Una yegua puede parir en condiciones normales desde los cuatro hasta los veinte años de edad. Con el proceso tradicional de reproducción no se conseguirán muchos ejemplares de una sola yegua, mientras que con los avances de la ciencia, las posibilidades se multiplican. Si una yegua tarda unce meses en dar a luz, por naturaleza, sólo parirá unas doce crías en toda su vida. El traslado embrionario, por tanto, les ofrece una “mayor productividad así como una mejor selección de los ejemplares”.

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Las ventas se reparten entre todas las partes del mundo. Durante décadas, la “Yeguada Lovera” ha vendido ejemplares a Francia, Alemania o Dinamarca. Incluso algunos animales han logrado atravesar el charco, llegando a las manos de grandes jinetes de Méjico. El lugar quizá más raro a donde ha ido a parar un caballo de la ganadería ha sido para Cuba, cuando “hace muchos años, lo pidieron para el propio Fidel Castro”.

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