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JULIO AGOSTO 2007  /  HISTORIA DEL ARTE

La Corredera

02-07-2007 3:48 p.m.

La majestuosa pero mal obrada Plaza de la Corredera

En el capítulo anterior dimos un pequeño paseo por el barrio de San Pedro, en el que pudimos contemplar la magnífica iglesia que da nombre a la zona y los palacios que la bordean. De ella parten calles que nos llevarán a finalizar el recorrido que hoy emprendemos; La Corredera, una plaza que ha marcado una historia en la ciudad califal. Antes de adentrarnos en su descripción, realizaremos un circuito por la zona, destacando plazas como la de la Almagra o la ermita del socorro.

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Como ya hemos comentado, nuestro recorrido parte de la ya lejana Iglesia de San Pedro y nos dirigimos hacia la parte alta de la ciudad, aunque de alta no tiene nada. Nos dejaremos atrás los innumerables palacios o casa señoriales descritas anteriormente, para adentrarnos en el eje económico de la ciudad del XVII.

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El camino empieza en la calle del Poyo, actual Juan de Mesa. Su antiguo nombre deriva del poyo ubicado en una de las aceras para que los viandantes, cuando llovía, pudiesen caminar sin mojar sus pies. De estrecha estructura, nos lleva directamente a la conocida plaza de la almagra, a la que confluye la citada del poyo y por su costado izquierdo, la calle Almonas, famosa antaño por sus fábricas de jabón. La plaza de la Almagra, de su nombre, no se conoce el origen, aunque según cuentan viene por las fachadas de las casas que estaban decoradas con ese color o que era vendida en esta calle esa pintura. Esta calle nos lleva directamente a la plaza del Socorro, donde encontramos la ermita del mismo nombre.

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Conocida anteriormente como del Hospital de Martín, nos llevará al arco bajo de la Corredera, pero antes describiremos la ermita que da paso a la singular plaza. La actual ermita fue construida en 1685, cuando se construyó la plaza de la Corredera, derribando la antigua debido a su estado de conservación y a las reformas que se iban a emprender en la anexa plaza. La nueva ermita se estructura en forma de cruz latina y una pequeña cúpula en su crucero. Hacia el 1791 sufre una pequeña reforma, ya que se realiza el camarín de la Virgen, y el ayuntamiento y la dueña de la casa adyacente; Doña Francisca de Concha y Aguayo, vizcondesa viuda de la Montesina, dan el consentimiento oportuno para tal reforma. Dentro de la ermita encontramos retablos dieciochescos en los laterales, en uno, encontramos la imagen de vestir de San José con el niño y el otro, una imagen de San Rafael, muy próxima a la estética de Gómez de Sandoval. El retablo mayor que remata el conjunto, es obra de Teodosio Sánchez de Rueda, realizado en 1718. En el podemos ver la imagen de Nuestra Señora del Socorro, obra del XVIII y autor desconocido.

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La devoción a la Virgen del Socorro es muy antigua en la Plaza de la Corredera. De ella se cuentan tres posibles circunstancias por la que la devoción se hace patente hacia la Virgen redentora. La primera, según cuenta en su libro D. Juan Aranda Docel, viene por la intercesión de la Virgen con motivo de una fuerte tormenta en 1589. Otra de las causas que se da, es la labor humanitaria que realizan un grupo de jóvenes que enterraban a los apestados de las epidemias en el siglo XVII y la tercera posible causa que da, es la invocación a la virgen del licencioso don Clemente de Cáceres, conocido como el Tenorio cordobés, para salvarse de una segura muerte. Lo que si es cierto, que la devoción a la Virgen del Socorro, está muy arraigada en la zona desde el siglo XVI, destacando la primera de las teorías como la principal causa de la devoción.

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Dejamos atrás la pequeña ermita del Socorro, de la que destacaremos las muchas historias que si hablara, ella misma nos pudiera contar, y nos adentraremos en uno de los lugares con más solera de la ciudad, en la que muchos eventos importantes han sucedido y sobre todo, uno de las zonas donde los propios ciudadanos de la ciudad, han podido encontrar un lugar de esparcimiento y encuentro. Nos referimos a la famosa plaza de la Corredera.

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Una plaza que desde antaño ha tenido un hueco en los habitantes de la Córdoba antigua, la moderna y sobre todo la contemporánea. Los escritos nos hablan de su presencia, no como la conocemos actualmente, pero si como zona habitada de la ciudad.

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Ya, desde el siglo I d. C., se tiene constancia de presencia humana en la zona, destacando los magníficos mosaicos encontrados en ella en unas excavaciones realizadas en el siglo XX. Su nombre se le da en el siglo XIV pero su apogeo empieza en el siglo XVI, cuando el ayuntamiento, debido al alto grado comercial, decide expropiar unas casas para ampliar la plaza y dedicarla a esta actividad y en el último tercio del mismo siglo, empiezan a construirse el edificio del Pósito, los primeros portales, el edificio de la Cárcel (actual mercado de Sánchez Peña, que fue adquirido por esta familia en 1841) y la conocida Casa del Corregidor. Otro de los adelantos ocurridos en esta época, ya que en 1526, Carlos I otorga la concesión de un mercado semanal en esta plaza.

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A parte de la actividad comercial en la plaza, en el recinto se realizan otras actividades públicas, que divertían al pueblo, como corridas de toros, autos de fe, juegos de cañas y sobre todo, recepción de las personalidades más importantes en la época; Cosme de Médicis, Fifiperto de Saboya o uno de nuestros mejores Reyes que nos han reinado: Felipe II.

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Su nacimiento como plaza cerrada, y he de resaltar que fue la primera que se realiza en España con ese modelo, comienza 1683 y termina en 1987, siendo corregidor de la ciudad, D. Ronquillo Briceño. El trazado se le encargó al arquitecto salmantino Ramos Valdés, que acortaría el testero este, alineando los del norte y el oeste para dejar una plaza rectangular con crujías de cuatro plantas. Su larga historia como espacio abierto, se dilata hasta que en 1896 cuando se inaugura en el centro de la plaza un mercado de abastos, construido con una estructura modernista, y decidiendo afortunadamente a finales del siglo XX derribar el edificio para volver a su estado primitivo, aunque la ornamentación que la decora, y nos referimos a: farolas típicas de una película del espacio, estructura cúbica de cristal simulando una pecera, bancos de granito donde normalmente algunos fuman sustancias psicotrópicas o el horrible abrevadero (por supuesto de granito negro), dejan a la plaza en un estado lamentable para una ciudad Patrimonio de la Humanidad, siendo una de las peores intervenciones arquitectónicas que un ayuntamiento pueda realizar en una ciudad Española, aunque lamentablemente este no sea el único caso en nuestra eterna ciudad… ya hablaremos de eso; la moda del granito de colores.

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Saludos y pasen un buen verano.

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