El bastón de la indignidad

Días pasados se produjo, ante la actitud pasiva de las fuerzas vivas de la ciudad (que no hubieran reaccionado del mismo modo de haberse producido similar hecho con distinto signo) la constatación de que nuestra política municipal carece de dignidad.

Aclarando que la persona Rosa Aguilar Rivero me merece todos los respetos, lo mismo que don Rafael Blanco Perea (es más ambos hasta emanan buenas vibraciones como seres humanos), al igual que todos los demás actores secundarios de esta farsa que ha vivido la ciudad. Pero ciscarse en la soberanía popular, esa a la que tanto gusta acudir cuando conviene, recurriendo a una entelequia denominada “mayoría de progreso” es indigno. Aplicar las matemáticas puras a la voluntad de los ciudadanos, podrá ser todo lo legal que ustedes quieran, pero es indigno. Recibir un sopapo electoral y en la misma noche, con todo el cinismo que uno pueda llegar a imaginar, arengar a sus desmoralizadas huestes, concientes estas de lo que en realidad había ocurrido, haciéndoles ver que la derrota no era tal pues se iba a recurrir, de nuevo, a un “pacto de progreso” (otra vez la palabrita cajón de sastre que sirve para todo), es, a parte de admirable, indigno.

Que los cordobeses nos olvidemos de que han usurpado sus deseos soberanos y que no desean que Aguilar sea su alcaldesa, será una vía de escape para ustedes unos cuántos años más, pero es indigno. Que quede bien claro para el que pueda llegar a leer estas líneas fuera de Córdoba; Doña Rosa Aguilar, mito de gestión y tolerancia, no solamente para su residual partido político (en el país de los ciegos ya se sabe) sino para personas de ideología totalmente opuesta, se ha presentado tres veces a la alcaldía de esta ciudad sufrida y callada, sustentada en un pasado esplendoroso pero de presente poco halagüeño, habiendo cosechado dos derrotas, en la que el Partido Popular rozó en ambas la mayoría absoluta (en ambas un millar de votos arriba o abajo evitaron que el mito extra local llamado “Rosa Aguilar” pasara a mejor vida) y una victoria pírrica por un concejal, aunque prácticamente igualada en número de votos.

No nos queda otra cosa a los que consideramos que usted es poseedora de un bastón consistorial salpicado por la indignidad, por mucho “pacto o mayoría de progreso” con que quieran barnizarlo, recordarle que está ocupando un sillón para el que el pueblo no la ha elegido, auspiciada por un Teniente de Alcalde al que han votado un 15% del electorado. De momento la libertad de expresión no está sometida a ningún pacto.