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JUNIO 2007  /  REPORTAJE

Matilde Cano

01-06-2007 2:33 p.m.

El sello de la elegancia

“¿Qué color crees que le va más a esta pieza, rojo o negro?”. Así recibe Matilde Cano a su hija Marisa después del desayuno. La diseñadora se encuentra inmersa entre las miles de telas que hay en la sala de costura de su taller, situado en el Polígono de Las Quemadas. Con bata blanca, Cano departe con una modista el tono de cada diseño y los detalles de su nueva colección.

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‘Confecciones Maty’ –así se llama la sociedad- vive hoy sumergida en una auténtica revolución creativa. Sin embargo, la andadura de esta empresa familiar comenzó en 1976, con pocos recursos y muchas ganas de crear precedente. En aquel entonces Matilde Cano propuso la iniciativa y su marido la apoyó incondicionalmente. Marisa recuerda cómo sus tardes “las pasaba en un pequeño local de sesenta metros cuadrados lleno de telas. Esto es lo que forma parte de mi vida y por eso ha sido mi elección de futuro”. Esta diseñadora, egresada de la escuela Cano, comenta cómo ha visto durante toda su vida “la devoción de mis padres hacia el trabajo, su afán de superación y ganas de hacer cosas distintas”.

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Pero las circunstancias han cambiado. Matilde ya no está sola. Arropada hoy por la colaboración de su marido Antonio Gutiérrez, cuenta también con el apoyo de sus dos hijas, Olga y Marisa. Ambas se han subido al carro de la moda para dar savia nueva a una firma ya consolidada. Esta parte joven es la encargada de aportar frescura e ideas nuevas. Olga, la hija menor, es licenciada en Empresariales. Lleva la parte comercial de la empresa, sin dejar de lado su faceta de diseño y creación. Las tres –Matilde, Marisa y Olga- forman una terna imparable que lucha cada día por sacar adelante una empresa creada por ellas y que mantienen con “sudor, lágrimas y muchas alegrías”.

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El personal que forma parte de la firma también ha evolucionado. Hace quince años eran veinte personas. Ahora, sólo en el taller, son más de sesenta. Entre todos apuntalan la colección de la próxima temporada. “Todos nos jugamos una reválida continua cada seis meses con la presentación de una nueva colección”, confiesa Marisa.

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El principio del fin

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La firma pasa su particular examen bianual en las mejores pasarelas de Europa, donde ha sabido encontrar un hueco. ‘Matilde Cano’ desfila en ferias internacionales tan importantes en el mundo de la moda como Milán, París, Barcelona o Madrid. En treinta metros, las mejores modelos ponen fin a un trabajo que ha durado seis meses y que no ha sido precisamente fácil. Durante años, la firma ha buscado la fórmula para dar con el pasaporte adecuado para llegar hasta allí. A pesar de que el criterio de selección es muy estricto, lo ha conseguido.

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El desfile es el “momento final de un trabajo de muchos meses en el que te has mareado mucho y has dejado de dormir. Yo no lo disfruto. Lo hago después, cuando todos te felicitan al término del desfile y lees las críticas al día siguiente”, cuenta Marisa. Este es el mejor escaparate para la marca. A partir de este momento, la empresa comienza a recibir pedidos, que se materializan por decenas en el taller. Sólo faltaría un año para que las clientas puedan tener acceso a ellos en las tiendas.

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La terna de diseño acude cada temporada a las ferias internacionales de tejidos. Matilde y sus dos hijas van “con idea”, pero “sin dejar de lado las tendencias que ya pueden observarse allí”, aclara. Los tejidos que utiliza la firma para concluir sus colecciones provienen de países tan recónditos como India o China. Cuando están en el taller, el personal es el encargado de poner en marcha las máquinas, una tecnología novedosa que facilita el trabajo de los empleados y hace que las colecciones se construyan más rápidamente.

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Aunque el concepto de moda que hay hoy en día es “muy plural y no hay por qué ceñirse a los colores y formas que marcan las grandes pasarelas”, la firma Matilde Cano suele “estar en onda en esto de las tendencias”, apunta Marisa.

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Alma de Tango, la colección que ha estado a la venta todo este último año es “absoluta tendencia”, señala la diseñadora. Los vestidos de fiesta se han hecho “en base a blancos, negros y rojos. Hemos querido buscar la luminosidad del rojo para que el blanco y el negro quedasen absolutamente juveniles. Sin embargo, la colección es mucho más amplia. Abarca más colores, como azules, corales, verdes, malvas… Todo para que cualquier mujer pueda encontrar algo que le guste y le favorezca en nuestras tiendas”, concluye Marisa. Matilde Cano quiere vestir a una “mujer joven, que sabe lo que quiere e independiente. Nosotros buscamos que ellas estén realmente favorecidas con lo que hacemos. Somos muy partidarios de la feminidad y de que la mujer lleve un sello propio y español”. Los vestidos de la firma cordobesa se descubren a la legua. Marisa argumenta que “no sabría decir qué es lo que nos diferencia de los demás. Quizá es que están diseñados por mujeres”, pero sí reconoce que su estilo “es inconfundible”. Esta es la prueba de que Matilde no ha pasado el testigo a sus hijas, sino que las sigue acompañando paso a paso en la pasarela de la vida. “Mi madre sigue con nosotros. Ella deja su impronta en cada boceto. Las tres formamos un buen equipo de diseño”.

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Sesión de fotos

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Con el comienzo de cada temporada, la familia se reúne para celebrar un brainstorming o tormenta de ideas. Cada miembro propone y opina sobre las propuestas de los demás, para terminar con un consenso. La firma es consciente de que “ese detalle de cada vestido, que lo hace característico”, es lo que vende.

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Después de este paso llega la hora del planeamiento de ejecución de las ideas y bocetos. Tras él, hay que pensar en la distribución y venta de la colección. Para ello, idean el diseño del catálogo. Marisa comenta lo divertida que puede llegar a ser esta tarea, “aunque tiene un gran trabajo”. El primer paso consiste en adecuar la inspiración de la colección a la zona donde se quieren realizar las fotografías. Todo tiene que estar acorde. Por este motivo, el equipo creativo, encabezado por la terna de diseñadoras, se echa a la calle en busca de las mejores localizaciones. Cada año visitan lugares “diferentes y sugerentes”. Hasta la localización elegida, llegan el equipo de diseño acompañado de la modelo, peluquero, maquillador, estilista, fotógrafos… Todo listo para que las instantáneas queden lo más perfectas posibles. “Pueden pasar horas hasta que consigamos la imagen que queremos”, concluye.

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Mar de colores

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El último día del mes de mayo, Matilde Cano presentó en la pasarela Gaudí su nueva colección, Puro Egeo. Los diseños están inspirados en la zona mediterránea y en los colores predominantes en sus islas, como el blanco y el azul. Todavía no está decidida la localización para la sesión de fotos, pero probablemente este año, se marchen fuera de España. Las islas de Mykonos o Santorini (Grecia) se tornan escenarios ideales para mostrar la colección. El color del mar en la zona, sumado a su intensa luz, no hará más que realzar la bellaza de los tejidos. Puro Egeo cuenta con una espectacular mezcla de colores, “desde el azul claro hasta el ultramar, combinados con blancos para dar esa luminosidad tan sugerente que tiene Grecia”, explica Marisa. La colección acaba con diseños en tonos dorados, emulando el atardecer en las islas. Las diseñadoras han querido buscar “el contraste del azul con el encalado de las casas. Hay lisos, estampados suaves, colores degradados… La mezcla de tejidos hace que el resultado final sea fresco, original, sensual y luminoso”, afirma.

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Puro Egeo y Alma de Tango son dos colecciones antagónicas, absolutamente contrapuestas. Ambas son el símbolo del afán de superación de la terna de diseñadoras. Toda esta originalidad es fruto del duro trabajo realizado cada día. Matilde y sus hijas pasan las mañanas en el taller. Las tardes, las reservan para una de sus tiendas, donde atienden a las clientas personalmente.

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En el taller se lleva a cabo todo el proceso de producción y distribución. Actualmente, trabajan en él 60 personas, de las que el 99 por ciento son mujeres. Casi todas son jóvenes, aunque también hay trabajadoras que se jubilan este año y que forman parte de la vieja escuela. De la distribución, se encarga el equipo comercial. Este sector de la empresa ha logrado que la firma se venda por todo el mundo. ‘Matilde Cano’ cuenta con casi mil clientes distribuidores. Los diseños se venden en numerosos países de América, Asia y, por supuesto, Europa.

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Matilde, Marisa y Olga mantienen un contacto directo con sus clientas. Aseguran que les “llena de satisfacción que se acuerden de nosotros cuando ya se ha puesto su vestido. Nos llaman para contarnos lo bien que salió todo, lo guapas que estaban, que fueron las reinas de la fiesta… Esto es realmente gratificante”. Para esta terna tan cordobesa la moda es sólo “un arte efímero”. Al fin y al cabo, la ropa es para lucirla.

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