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MARZO 2007  /  HISTORIA DEL ARTE

Del Carmen de Puerta Nueva a La Magdalena

01-03-2007 1:08 p.m.

Parte II

En el capítulo anterior hicimos un recorrido por una de las zonas del barrio de la Axerquía. Una zona que estaba extramuros de la ciudad, donde se asentaron los Carmelitas Calzados. Allí esbozamos la descripción de la desaparecida “Puerta Nueva”, por la que tantos personajes de rancio abolengo desfilaron. También vimos una de las joyas de nuestra ciudad, escondida o más bien desconocida para muchos de los cordobeses que por ahí transitan. Nos referimos al retablo que el sevillano Valdés Leal pintara para nuestra ciudad y deleite de la orden carmelita.

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El recorrido que vamos a finalizar hoy, empieza en la ya renombrada Puerta Nueva, de la que algo comentamos anteriormente, para finalizar en la Iglesia más antigua de las Fernandinas, la llamada Iglesia de la Magdalena.

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He de aclarar que las llamadas “Iglesias Fernandinas”, no derivan su nombre de la construcción por parte del Rey Santo, Fernando III, ya que gran parte de ellas se construyeron cuando el había dejado la ciudad para dirigirse a la reconquista de ciudad Hispalense. Lo que sí nos dejó fue un modelo o más bien una tipología de recintos sagrados influenciados de las realizadas en el norte del país, aplicando dichos modelos a las nuevas construcciones en nuestra ciudad, de ahí el nombre de Fernandinas.

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Aclarado este aspecto histórico, nos adentraremos en la descripción de nuestro recorrido.

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Partiendo desde la Ronda de Andújar, cuyo nombre deriva del camino por el que se unía esta localidad con la ciudad cordobesa, llegaremos a la Iglesia de la Magdalena. La ronda de Andújar, como hemos dicho anteriormente, le fue dada el nombre por ser la puerta por la que entraban los ciudadanos que venían de Andújar. También se comenta que su nombre deriva de las tropas que asaltaron la ciudad en la reconquista y que procedían de la zona de Andújar, de ahí su nombre. De esta puerta sólo se conserva parte del lienzo de muralla que albergaba la llamada torre de los Donceles, y que parte de ella se desmoronó en 1557.

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Más adelante, y siguiendo camino del Arroyo de San Lorenzo, del que ya comentamos su historia en el capítulo dedicado a la Iglesia de San Lorenzo, entramos en la llamada plaza de la Magdalena. Una plaza cargada de anécdotas, en la que su no muy lejana restauración, nos ha dejado ese sabor del que antaño disfrutó, un lugar digno de nuestra ciudad.

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Nada más entrar en ella nos encontramos con la llamada ermita de San José. La ermita, como su nombre indica, está dedicada a la figura de San José, presidiendo la hornacina de la entrada a su figura. Se funda en 1385, por doña Mayor Martínez, miembro de la casa de los señores de Belmonte, para acoger a niños perdidos, llamándose en primer momento Hospital de la Santa Cruz. Cuando fallece doña Mayor en 1416, le deja a su hijo el patronato del hospital, conservándose hasta 1496, fecha en la que doña Constanza de Baena, segunda mujer del veinticuatro de Córdoba, don Alfonso de Córdoba, cedió el hospital a la hermandad de San Nuflo. Más adelante en el tiempo se creó otra hermandad llamada del Santo Crucifijo, de ahí el nombre de la calle colindante a este edificio, aprobándose en 1580, por Urbano VIII, las reglas de la nueva cofradía llamada de San José. De lo que queda de ella, nos encontramos una iglesia de una sola nave, con un retablo de nueva construcción realizado en yeso.

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Frente a este edificio, nos encontramos la llamada plaza de la Magdalena, espacio que hasta 1854 no cobra un aspecto ideal para la concepción urbanística que necesitaba la ciudad. Este espacio antes de la reforma era un solar terrizo, sin vegetación y utilizado para festejos taurinos, celebrándose allí tres corridas de toros, en la que lidió en una de ellas el famoso Pepe-Hillo. En 1854, el alcalde don Antonio García del Cid, decide reformar la plaza, dando un aspecto parecido al actual. En ella se colocó una fuente que estaba situada en la Puerta de Sevilla y que fue traslada a este lugar para embellecer el lugar.

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Antes de adentrarnos en lo que fue el interior de la Iglesia, haremos mención al desaparecido convento de Santa Inés, que fue fundado en 1475 por doña Beatriz Gutiérrez de la Membrilla y su hermana Leonor, monjas franciscanas que pertenecían al convento de Santa Clara y que decidieron fundar un convento dedicado a Santa Inés. Se encontraba en lo que actualmente es la calle del mismo nombre. El convento se suprime en 1836, fecha en la que gran parte de las religiosas entran a servir como religiosas en el convento de la Santa Cruz, en nuestra capital.

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Adentrándonos en lo que fue una gran iglesia de nuestra ciudad, aunque de tamaño reducido, no deja de ser un hermoso templo del que se cuentan maravillas de su decoración. De ella poco queda, salvo lo repartido por distintos museos de la ciudad y varias iglesias de ella.

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Esta iglesia fue uno de los causantes que en nuestra ciudad se realizaran estos modelos constructivos que anteriormente hemos comentado. Me refiero al modelo de iglesias fernandinas. Al ser la primera de las construidas en Córdoba, sirve de inspiración para el resto de las construcciones religiosas de la ciudad, creándose el llamado estilo fernandino.

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En la descripción del edificio, nos centraremos en lo que fue, y no en lo que hay en la actualidad, que aunque son piezas de gran calidad, no forman parte del contexto iconográfico de la citada iglesia.

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Su fundación se remonta a los primeros años del segundo tercio del siglo XIII, hacia 1239, y se termina hacia 1248. Son varias las reformas que se han realizado en el, como la de 1413, cuando se edifica la capilla funeraria de Alfón de Armentia. En el siglo XVIII también se le aplicaron reformas, sobre todo en las cubiertas de las naves y la construcción de la torre. La desgracia como parroquia, le empieza en siglo XIX, cuando un incendio casi destruye el edificio, ya en el siglo XX es cuando sufre uno de sus mayores infortunios, cuando tuvo que ser cerrada al culto en 1956 por necesidades urgentes de reforma en su estructura y en 1990, debido al abandono y a la inclusión en el templo de indeseables, la iglesia ardió por los cuatro costados, desapareciendo gran parte del patrimonio de la ciudad en las llamas. En la actualidad y gracias a la labor de nuestra tan querida Entidad cordobesa llamada CajaSur, el templo pudo ser restaurado en su totalidad, gozando de una salud actual como sala de exposiciones y lugar de conciertos en la que todos los cordobeses podemos disfrutar de ella.

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De las antiguas joyas que se conservaban en el recinto, destacaremos el retablo realizado por Teodosio Sánchez de Rueda en 1702 y que fue sustituido por unas reformas llevadas a cabo en la iglesia en 1729 por el realizado en 1771 por Alonso Gómez de Sandoval. La Dra. Raya Raya, en su amplio estudio de los retablos Cordobeses, nos sugiere que la autoría de este retablo se debe a otra persona, ya que las actas capitulares, sólo dicen que se requiere su presencia en este retablo.

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Valverde Madrid, en su libro de retablos, aporta datos de la realización del mismo, considerándolo obra de Alonso Gómez de Sandoval, informando de los cobros que recibe por la realización del mismo: 12.000 reales de vellón, obligándose la marquesa de las Escalonias a suplir lo que sobrepasara de la citada suma, con fecha 26 de octubre de 1771.

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En cuanto a la descripción del mismo, nos encontramos un retablo no de proporciones muy grandes, ya que sé tenía que adaptar a la cabecera de la Iglesia de la Magdalena, no siendo esta de proporciones muy altas. Su composición constaba de banco, un cuerpo central y remate. El banco, dividido por las dos puertas laterales (conservadas en las salas del Museo Diocesano de Córdoba), utilizadas para servicio de altar y elevadas por dos grandes basamentos en los laterales.

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El cuerpo central estaba articulado por una gran hornacina central, (sobre el sagrario) albergando la figura de María Magdalena, que se conserva en la citada Iglesia, y considerada como talla de Alonso Gómez de Sandoval. Esta hornacina estaba precedida a derecha e izquierda por otras dos menores que albergaban las figuras de Santa Bárbara y Santa Lucia, ambas sobre un pedestal y conservadas en la actualidad en el Museo Diocesano de la Capital Cordobesa, también relacionadas con la producción del artista cordobés.

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Con este pequeño esbozo por el recorrido de una de las zonas de la ciudad olvidadas durante tanto tiempo, he querido resaltar la importancia de estos lugares de Córdoba, ya que debemos aprender que conservando nuestro patrimonio podemos llegar y dejar a nuestros hijos un legado importante, ya que lamentarse no sirve de nada. Conserven el Patrimonio, Gracias.

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