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Cuando escribo estas líneas, en una mañana lluviosa de principios de febrero, acaba de fallecer don Ángel Luis Mejías, el último de los Bienvenida, estos ejemplares toreros, dentro y fuera de la plaza (¡qué cosa tan difícil serlo en ambos sitios!) y la reflexión a la que me lleva su óbito es que hoy ha muerto un poco más esta cosa sublime, contradictoria y genuinamente nuestra que es la Fiesta de los Toros. Como se está muriendo España en manos de unos desalmados periféricos y un ignorante con máximo poder (qué cosa tan peligrosa); como se está muriendo esa seña de identidad especialísima que era irrenunciable a cada uno de nosotros, la de ser español, hoy convertidos en sucedáneos de yanquis, a los que curiosamente detestamos; como se mueren las grandes cosas, lentamente, sin que apenas se den cuenta los que lo están viviendo y será la Historia (si es que no la manipulan, afición muy de moda hoy), desde su perspectiva, la que haga ver lo que se fue; así este mundillo, sustentado en personajes fuera de lo común, se hunde cuando estos van desapareciendo; ya quedan tan pocos...
\r\nCon la muerte de este personaje, torero y señor, algo amanoletado en su concepción del torero, algo inglés en su porte elegante (así era conocido, como “el inglés”), echamos la vista atrás y nos acordamos de todos los nombres que engrandecieron la Fiesta con su manera de ser única e intransferible y que hicieron de ella algo legendario, ajeno a los mercaderes que hoy la utilizan para llenarse su bolsillo sin los escrúpulos suficientes para respetarla pues no la aman, como lo hacían estos seres irrepetibles. Se me viene a la cabeza su grandioso hermano Antonio, y el otro gran Antonio, el de Ronda; vuelo hasta Santa Marina para recordar al monstruo y eso me hace pensar en su amigo Pepe Luis, al que Dios guarde muchos años; pienso en la Sevilla de José y Juan, ¡Belmonte eterno!, y en Rafael, el hermano de Gallito, y en su padre, El Gallo que puso una universidad taurina en Gelves como después lo hizo en General Mola, 3 el padre del que hoy ha fallecido; de ellos me voy hasta su amigo, el “filósofo” cordobés Rafael Guerra, ¡como admiraba el Papa Negro a Guerrita! lo que me lleva hasta el más Grande, Lagartijo... ya estoy en el campo de la Merced del siglo XIX, cuando me sobresalto porque en realidad vivo una mañana de invierno de los albores del XXI en que se nos ha muerto Ángel Luis Bienvenida. Miro hacia delante para solo ver el panorama oscuro de lo que se va acabando con la desaparición de personajes como estos y con la irrupción de la mediocridad en la vida de un país donde se mezclan la ignorancia y el egoísmo, algo de lo que carecían los grandes hombres que hicieron que ser español fuera diferente, con sus muchos defectos, pero diferente.
\r\nPensemos en cotas más elevadas, color verde (esperanza) y oro: cómo debe rebosar torería el Cielo, ya están todos los Bienvenida allí.
\r\n(Ángel Luis Mejías Jiménez nació en Sevilla el 2 de agosto de 1924 y falleció en Madrid el 3 de febrero de 2007. Para saber más sobre la dinastía Bienvenida, ver número XIV de la Revista Córdoba Eterna.)
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