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MARZO - ABRIL 2008  /  HISTORIA DEL ARTE

Real Colegiata de San Hipólito

03-03-2008 10:48 a.m.

Como bien habrán leído al comienzo de la Revista de este mes, la Revista Córdoba Eterna cierra sus puertas a sus lectores. Durante estos años hemos querido trasmitir al pueblo de Córdoba, que nuestra ciudad no es una ciudad más del rico patrimonio nacional, sino que se le puede considerar una de las más ricas artísticamente del panorama nacional. He querido dejar para el final de los artículos escritos en Córdoba Eterna, el de la Real Colegiata de San Hipólito. Un recinto al que le tengo especial cariño, ya que desde pequeño he estado muy vinculado a las actividades organizadas por la Hermandad de la Buena Muerte y por la congregación de San Hipólito.

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Por ello pasaré a realizar un pequeño homenaje a un enclave situado en pleno centro de la Córdoba Eterna entre un mar de edificios modernos.

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La fundación de la Real Colegiata de San Hipólito se remonta a la primera mitad del siglo XIV, cuando el Rey Alfonso XI mandó edificar la Real Colegiata de San Hipólito. Su idea principal era transformar este templo en Panteón Real, pero su pensamiento quedó en Colegiata. Las obras comenzaron en el año 1347 cuando el papa Clemente VI concede la bula para su edificación.

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Las obras en la Colegiata se quedaron en principio solo para la capilla mayor, construida en 1350 y el crucero, terminándose en el siglo XVIII el resto de la Iglesia. Sabemos que varias casas señoriales de Córdoba tuvieron permiso para enterrarse en estas dependencias, caso es el de los Señores de la Casa de Aguilar, que en 1375 poseen el permiso para enterrarse en la capilla mayor o los señores de Baena que en 1389 consiguen el patronato de la capilla de Santiago.

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Las obras de finalización del templo Jesuita, se producen en el último tercio del siglo XVIII, afectando principalmente al claustro, fachadas laterales, la torre y la Capilla del Pilar. Hemos de indicar que en 1728, a petición del Cabildo colegial, el Rey Felipe V obtuvo del papa Benedicto XIII la bula para incorporar a la Colegiata de San Hipólito la Capilla Real de la Catedral, autorizando el traslado de los sepulcros reales a nuestra querida iglesia jesuita. Por este motivo se construye la nave y las capillas que hoy día se pueden contemplar, rematándose el conjunto con la fachada principal. Esta fachada se realiza en 1730, con ladrillo estucado y con el uso de la pilastra, muy empleada en nuestra ciudad en el siglo XVIII. La portada está rematada con el escudo Real de Castilla y León. En 1736, los restos de los Monarcas Fernando IV y Alfonso XI, se trasladan a las dependencias de la Colegiata, enterrándose en unas arquetas y que más adelante, en 1846 construirían los eruditos locales en mármol rojo unos sepulcros con más decoro, ubicándose en los laterales del presbiterio.

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En cuanto a la portada que da a la Avenida del Gran Capitán, la cual da acceso al patio del convento Jesuita, observando unas molduras típicas del siglo XVIII. El conjunto se remata con el escudo de armas y el Toisón.

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Dentro del patio, antiguamente claustro de la colegiata de San Hipólito, al fondo, vemos un monumento dedicado a la figura de Ambrosio de Morales, en el cual, según se cuenta, están los restos del erudito Jerónimo enterrados. Este monumento se levanto en el año 1620 por orden del obispo Bernardo de Sandoval y Rojas. Hacia 1869, sus restos se deciden trasladar al Panteón Nacional de Personajes Ilustres, pero la iniciativa de la Real Academia de Córdoba, consiguió que en 1887 sus restos quedaran depositados en el actual lugar del que estamos hablando.

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El interior de la Iglesia presenta un rico patrimonio artístico, tanto en decoración ornamental como en mobiliario retablístico. De estos retablos destacaremos el realizado por Teodosio Sánchez Cañada y Martín López en 1735, ubicado en el testero izquierdo del crucero, conocido como la capilla de la Inmaculada. Otro retablo a destacar es el de la Capilla de Santiago, muy similar al comentado anteriormente, destacando de él la imagen del Corazón de Jesús, obra contemporánea del granadino Callejón y Sanchiz y sobre todo el basamento de estructura pétrea decorado con grutescos y realizado en 1530 que sustenta al retablo. Destacaremos también la talla de Santiago Matamoros custodiada en la Sacristía, obra muy cercana a la estética de Pedro Duque Cornejo y el lienzo de San Jerónimo situado en la nave y que posiblemente sea obra de nuestro cordobés Antonio Palomino.

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La última capilla que se construye en la Iglesia es la llamada del Pilar, levantada en 1772. Su primera advocación fue la de Santa Concordia. Muestra una planta rectangular y se decora con un retablo de estética neoclásico realizada en mármol. El centro lo ocupa la imagen de la Virgen del Pilar.

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Hemos dejado para el final la Capilla de la Buena Muerte, en la que se ubican los Santos titulares de la Hermandad del mismo nombre y a la que me siento orgulloso de pertenecer desde mi infancia. Esta capilla muestra una planta cuadrangular, en la que resalta el magnífico retablo dieciochesco realizado en madera vista que alberga la imagen del XVII del Ecce Homo, atribuida a Felipe de Ribas. Los titulares de la Hermandad de la Buena Muerte, Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora Reina de los Mártires, obras del magnífico imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci, son una muestra de los grandes gustos que tuvieron los fundadores al encargar estas tallas al mejor imaginero del siglo XX, que como bien dijo una vez un amigo “Un cordobés regaló al pueblo de Sevilla el Cristo de la Buena Muerte y tres siglos más tarde, un sevillano devolvió el favor a los cordobeses”.

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Sólo me queda despedirme de los lectores de Córdoba Eterna, haciendo una pequeña reflexión: Llegaremos a ser paladines de nuestra propia ciudad y del patrimonio de ella algún día?,,, desde estas líneas hemos querido hacerlo, espero que por lo menos, con Córdoba Eterna hayan disfrutado de los encantos de una ciudad a la que nadie defiende a capa espada, pero que nosotros hemos intentado hacer desde estas líneas, atacando lo criticable y sobre todo, defendiendo lo nuestro. Tomen nota y disfruten de la Córdoba Eterna. Hasta siempre.

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