Desgraciadamente, estamos acostumbrándonos a convivir con un panorama cultural en que los esperpentos de “pseudos-artistas” gozan del privilegio de contemplar sus obras expuestas en las mejores galerías del mundo ante el clamor de personajes envueltos en la fugaz moda. En este número de Córdoba ETERNA, nos enorgullece recordar a uno de esos grandes escultores del pasado. Uno de aquellos que se esforzaba en darle vida a la piedra y no en timar al respetable con técnicas más propias de un niño de seis años. Este honrado artista es don Mateo Inurria, el cual, además de nuestro personaje biografiado a la perfección por Víctor Reina, nos dejó a la posteridad una limpia amistad con lagartijo que “el Pasmo de la Merced” nos trae al recuerdo en la sección de Tauromaquia.\r\n\r\nLa Iglesia que le dio la vida ante el Catolicismo a don Mateo, y años más tarde le vio casarse; San Andrés, es el punto de llegada en el recorrido que Rafael Redel nos hace desde la otra Iglesia de San Pablo en su sección de Historia del Arte pasando por el palacio de Orive.\r\n\r\nNuestra arqueóloga, Maribel Molina, recordará al desgraciadamente olvidado padre de la arqueología cordobesa e inspiración de nuestros doctos investigadores: Don Samuel de los Santos Gener.\r\n\r\nJuan Ramos Pemán nos transportará a la Córdoba poética de Mario López, y Alfredo Martín-Górriz, visitará la Sombrerería Rusi, uno de los últimos negocios centrados en esa prenda que más publicidad hace a nuestra ciudad: El sombrero cordobés.\r\n\r\nPara concluir, la gastronomía nos introducirá en el plato por excelencia de la Cuaresma: El bacalao.\r\n
