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MAYO 2007  /  HISTORIA DEL ARTE

La Iglesia de Santiago

01-05-2007 9:52 p.m.

Partimos en nuestro recorrido desde la desaparecida puerta de Baeza, que seguramente muchos de los lectores no tengan constancia de su existencia. Esta puerta era una de las entradas a la ciudad, y unía las afueras con el barrio de Santiago. La desaparecida puerta fue derribada en 1868, formaba dos torres redondas unidas por un arco de medio punto. Lamentablemente hoy ya no se puede hacer nada para volver a verla tal y como se vio, pero desde estas líneas haremos un pequeño homenaje a modo de recuerdo para que nunca olvidemos que la pérdida de patrimonio de una ciudad, la vuelve más primitiva, aunque algunos piensen que eso es modernidad.

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Dejando de un lado a la desaparecida puerta de Baeza, nos adentramos en lo que se llama el Barrio de Santiago. Un barrio que aunque para algunos vean en el o mejor dicho, crean que no tiene nada de artístico, es uno de los barrios con más solera de la ciudad, ya que linda con una de las iglesias más importantes de Córdoba, la de San Pedro, de la que hablaremos en algún capítulo más adelante. En este barrio se asentó la orden de Caballeros de Santiago, e incluso encontraremos una iglesia a la que debe el nombre la zona.

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Caminando por la antigua calle del Sol, llamada hoy día de Agustín Moreno, encontramos muchos nombres de la misma, como Mayor de Santiago y Santa Cruz, y sobre todo callejuelas que la atraviesan, como las Siete Revueltas, que debe su nombre a las siete calles que la forman o la del viento, situada casi al final de nuestro recorrido. Hacia mitad de la calle, encontramos la llamada Casa del marqués de Benamejí, que mira hacia la plaza de los condes de Valdelasgras. El título de marqués de Benamejí, fue concedido por Carlos II en 1675 a don José Diego de Bernuy, quien también fue patrono de la iglesia de San Basilio y que moró en estas dependencias utilizándolas como residencia principal.

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Caminando hacia la iglesia de San Pedro, encontramos una antigua mezquita transformada en iglesia. Pertenece a las llamadas iglesias fernandinas, fundadas en nuestra ciudad tras la reconquista por Fernando III, el Santo. Nos referimos a la iglesia de Santiago. De lo que fue en un pasado sólo queda el antiguo alminar, transformado hoy día en campanario.

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La fundación de la iglesia parroquial, data de 1240, construyéndose el nuevo edificio hacia la década de los 60 del mismo siglo. Nos encontramos una iglesia de tres naves, siendo la central más ancha que las laterales. La cabecera muestra una estructura muy similar a las iglesias fernandinas que hay por la ciudad, destacando la central que presenta un mayor desarrollo que las laterales. Usa el pilar compuesto para separar las naves de la iglesia, que primitivamente estaban cubiertas con una armadura de madera. Las fachadas de la iglesia, y digo fachadas porque esta iglesia presenta la particularidad que tiene tres fachadas, una a los pies, que fue antaño la principal, otra hacia la calle Agustín Moreno, por la que actualmente se accede al recinto, y la otra, situada en la nave de la epístola que actualmente sirve de acceso a la sacristía, datándose de obra del siglo XIV, siendo uno de los exponentes principales de la arquitectura de la época. Destaca de la fachada de los pies, el magnífico rosetón abocinado y decorado con puntas de diamante y arquillos de herradura entrelazados. La otra portada, la de la nave de la epístola conecta la sacristía con la iglesia y se piensa que era el acceso de entrada a la Casa de los Caballeros de Santiago. Está realizada en piedra y decorada con arquivoltas sobre columnas con capiteles vegetales. La otra portada, la que hoy día se puede considerar la principal, sería muy similar a las dos anteriores, aunque está muy transformada debido a las reformas acaecidas en el templo.

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Otra de las construcciones del siglo XIV que encontramos en la iglesia, es la llamada capilla de la Encarnación, fundada por Antón Gómez de Córdoba, contador de Enrique III. Es una capilla de planta rectangular cubierta con bóvedas de terceletes y arcos formeros que descansan sobre ménsulas figuradas. En esta capilla encontramos un retablo muy peculiar, es una obra del siglo XVII, atribuido a Fraile de Guevara y decorado con pinturas que representan la vida de la Virgen, destacando el tema central de la Anunciación, muy de la estética de Cristóbal Vela Cobo, al igual que los laterales del retablo. En el banco del retablo, encontramos unos azulejos muy similares a los que decoran el convento de Santa Cruz, pudiendo ver una relación entre ambas instituciones religiosas.

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La iglesia a lo largo de su historia, ha sufrido transformaciones en su estructura originaria, destacando la realizada en siglo XVII con un nuevo artesonado encargado a Alonso Muñoz, quien lo terminó en 1635. Otra de las obras encargadas para el templo, más concretamente hacia comienzos del XVIII, es el desaparecido retablo mayor, encargado a Félix Pérez de Mena, en el que hoy día se puede contemplar un baldaquino muy moderno que fue expuesto en la Expo de Sevilla en el pabellón de la Santa Sede, albergando hoy día la talla de Santiago.

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En el siglo XIX la iglesia presentaba un mal estado de conservación, obligando a reformar gran parte de la iglesia, cambiando los antiguos arcos apuntados por arcos de medio punto con una gran cornisa clásica por encima. Se cubrió la cabecera principal con yeserias tapando la antigua estructura gótica. También se cambió la estructura de la portada de la nave del evangelio, construyendo un acceso de entrada con tres vanos de medio punto enmarcados por un alfiz y se cubrieron con yeserías las naves interiores. Toda una autentica barbaridad...

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En el siglo XX el deterioro era mayor, originando que en 1979, el estado del templo era lamentable, terminando como remate un incendio que destruyó gran parte de la estructura. En 1981, parte del edificio se desplomó, acometiéndose la final restauración entre 1987 y 1990, presentado el estado actual.

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Para finalizar no quiero dejar de lado a una de las tallas más singulares de nuestra semana santa, nos referimos a la imagen del Cristo de las Penas. Una obra tardogótica de comienzos del XV, que por suerte o por desgracia, las restauraciones que ha sufrido no han sido muy adecuadas, pero lo que si es evidente, que es una de las tallas más antiguas de la que los cordobeses nos podemos sentir orgullosos.

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Desde aquí quiero dar un pequeño toque de atención a nuestras cofradías para que su patrimonio no sea expuesto indebidamente a las inclemencias meteorológicas, ya que no sólo pierden ellos, sino también los amantes del arte y en general los cordobeses. Saludos.

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