No tengan prisa

No. No tengan prisa. Con la fiesta no van a acabar ustedes.

Sí. Me refiero a todos los que dicen ser enemigos de las corridas de toros. Me refiero, por ejemplo, al escritor Manuel Vicent quien, a través de la prensa, se ha permitido el lujo de reprender a Serrat y Sabina por acudir a los toros. Vamos, como si esos dos artistas, al igual que el resto de españoles, no pudiésemos acudir libremente a donde nos plazca.

Me refiero también a Cristina Narbona quien, olvidando sus orígenes y en la anterior legislatura, ejerciendo de ministra de medio ambiente, trató de minar las esencias básicas de una fiesta de la que había vivido su familia.

Me refiero a los que forman pasillo a las puertas de algunos cosos para insultar a los aficionados que, ilusionadamente, acceden a la plaza para presenciar uno de los espectáculos que en España goza de mayor respuesta popular.

También me refiero a los manifestantes que, en uno de los primeros festejos del mes de mayo celebrados en Madrid, invadieron el ruedo para reivindicar la abolición de la fiesta.

No. Ninguno de ustedes, se ponga como se ponga, va a acabar con la fiesta de los toros. Por ello les repito: No tengan prisa. No gasten energías. No pierdan el tiempo. Sean pacientes. Porque, aunque sea lentamente, con la fiesta y con su autenticidad, ya hay quien se encarga de que acabe.

Y en este caso concreto, me refiero a los presidentes de palco, delegados gubernativos y policía que, por ignorancia, desidia o susto, no cumplen con lo reglamentado, haciendo dejación de las funciones a ellos encomendadas. También me refiero a esos veterinarios que dan por íntegro lo que ellos saben que, previamente, ha sido manipulado. O a aquellos otros que utilizan la política para aparecer en los medios e imponer innecesarios reglamentos que tampoco se cumplen. Igualmente me refiero a todos los empresarios de la promesa incumplida, el engaño y la milonga. A los veedores-barberos, periodistas sin escrúpulos y comentaristas aplaudidores que, incensario en mano, con la intención de resultar "gratos" y gozar del beneplácito de los "poderosos", entonan sistemáticamente el consabido "sí boana" y el bie-e-e-en, al tiempo que equivocan al personal poco versado con afirmaciones tendenciosas. O a aquellos toreritos que sólo saben ponerse "bonitos" y no están dispuestos a dar la cara en las plazas de responsabilidad, los de la retranca y del medio toro, aquellos que pudiendo, se conforman con las migajas que otros dejan caer. Me refiero a los taurinillos oportunistas de la picaresca, la mentira y la trapisonda. Estos si que acabarán con la fiesta. Por lo menos con la fiesta de la verdad y del toro auténtico.

Pero ustedes, los antitaurinos, no. ¡Vamos, ni de coña! Así que no pierdan el tiempo. ¡Ah! Otra vez que alguien quiera irrumpir en una plaza para reivindicar la supresión de las corridas de toros, que lo haga poniéndose a portagayola para darle una larga cambiada con la pancarta abolicionista a un toro astifíno de cuatro años y cinco yerbas. ¿Vale?