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NOVIEMBRE 2006  /  OPINIÓN

Aguas turbias

01-11-2006 6:49 p.m.

¿Qué es el arte? No teman, no voy a intentar contestar a esa pregunta en estas breves líneas, entre otras razones, porque desconozco la respuesta. Sí me gustaría, sin embargo, comentar con ustedes una anécdota relacionada con una bolsa de basura y un museo londinense. ¿La recuerdan? En pocas palabras: la empleada de la limpieza del museo tiró una bolsa de basura sin saber que ésta formaba parte de una exposición de arte moderno. ¿Nos les parece genial?.

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Me imagino a la pobre mujer, que, dicho sea de paso, había sido contratada precisamente para eso, topándose con la escultura (¿?) y pensando “¿quién habrá sido el guarro? ¡cómo está el mundo!”. Cuentan que al autor de la obra no le costó mucho trabajo restituirla.

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Me he reído mucho comprobando la veracidad de la noticia en Internet, pues he dado con un foro de opiniones en el que la gente comentaba lo sucedido. Uno de los tertulianos cibernéticos proponía que nombrasen conservadora del museo a la trabajadora de la limpieza. Yo, personalmente, secundo la moción.

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La gente está un poco harta de estar harta de que se le tome el pelo. El arte requiere un esfuerzo y en todo caso implica un deseo de transmitir. De todo hay en la viña del Señor, pero yo no creo que tenga mucho mérito un lienzo en blanco sobre el que un tipo ha lanzado un escupitajo de pintura; sin embargo, sí creo que el arte es subjetivo y que todos, empezando por las limpiadoras y terminado por los conservadores de los museos, tendríamos que opinar sobre lo que nos gusta y lo que no sin miedo a parecer insensibles o idiotas. Por ejemplo, Miró será un genio, no lo dudo, pero a mí sus cuadros me parecen paellas con tropezones; en cambio, adoro a Dalí… Ya ven que sobre gustos no hay nada escrito.

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Hay muchos “profesionales del arte” que odian a la gente que los comprende porque, según ellos, les quita una parte de su intimidad. Pues bien, si no quieren que se les comprenda, hacen muy mal en ir dando la brasa a los demás con sus obras. Creo que era Nietzsche quien decía que hay artistas que se dedican a enturbiar las aguas para que parezcan más profundas… Hoy, no es que los haya, sino que, por desgracia, abundan e imperan.

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Hace unos días, con motivo de la publicación de su obra poética, entrevistaron a Manuel Terrín, un excelente poeta de Montoro que ha ganado más de 1400 premios literarios. Cuando le pidieron que revelara el secreto de su éxito, Manuel Terrín contó la siguiente anécdota: al ganar su primer premio, fue a recoger el diploma y aprovechó para preguntar si el certamen había estado reñido o no. Para su estupefacción, le confesaron que, en realidad, dieron el premio a la única obra que habían entendido. Desde entonces, decía el propio poeta, procuró que su poesía fuese sensible y tierna, y que estuviese al alcance de todos.

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