El Puente Romano

Sin duda alguna cada habitante de la ciudad de Córdoba tiene asociado a la estructura urbanística y artística de dicha ciudad, el denominado puente romano, cuya imagen sobre el río y junto a la torre de La Calahorra y la Puerta de Hernán Ruiz de 1572, ( reformada hace un tiempo y mal denominada arco de triunfo ya que nunca lo fue, sino que era la puerta de entrada de la muralla), así cómo su proximidad a la Catedral, ha marcado un hito en los planos e imágenes que se han hecho de la morfología de Córdoba.

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Es sin duda el punto más emblemático donde confluye el centro monumental, pero es también de importancia capital desde otro punto de vista: el de el río y sus inmediaciones, ya que, aunque es un tema poco tratado, el río y su entorno tienen mucho que decir a ésta ciudad.

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Ya el geógrafo árabe Al-Drisi destacaría la belleza y solidez del Puente romano frente a otros puentes.

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Todos sabemos que el río Guadalquivir ha llenado de vida la ciudad, no sólo de encanto y belleza paisajística, sino también cómo un medio que para nuestros antepasados supuso un enlace con otros pueblos y mercancías, el río Betis, río que acercaba a Tartesos cómo queda mencionado en numerosas fuentes históricas, el cual conduce a los tan afamados valles fértiles de los conventus béticos.

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El puente, fue un importante punto de entrada a la ciudad desde la zona sur de la península ibérica por se la única zona para cruzar el río sin utilizar ningún tipo de embarcación. Probablemente la vía Augusta pasaba por él, la cual iba desde Roma Hasta Cádiz.

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En el año 162 d.c. se ha datado la edificación del puente romano, cuando los romanos poco a poco fueron levantando la ciudad, y se cree que el puente ya existía, aunque era de madera muy paupérrimo, en tiempos de Julio César, siendo citado varias veces en sus campañas contra los pompeyanos, y sobre el cual realizaron la nueva construcción.

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Pero apenas queda algo del antiguo puente romano, salvo algún cuerpo interior.

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Del periodo islámico tampoco se aprecia demasiado, a principios del siglo XX, según las fuentes, se podían apreciar los aparejos plenamente musulmanes en las arcadas inmediatas a la Calahorra, dispuestas a soga y tizón, por allí batía menos el agua y se conservaron, tapándose luego con un enlucido.

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Tuvo una importancia capital según las fuentes históricas en las batallas libradas contra los ejércitos de Pedro I el cruel.

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Han sido numerosísimas las reformas que ha sufrido el puente a lo largo de su historia, con incontables arrastres de pilas y caídas de cimentación por riadas.

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Reconstrucciones o modificaciones que se harían fundamentalmente en las épocas de dominio árabe, y la Edad Media de los cristianos, edad Moderna y otras posteriores cómo el siglo XX y la que actualmente se está llevando a cabo y que tan polémica esta resultando.

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No se sabe nada acerca del puente con exactitud hasta el 714 d.c. cuando los árabes lo encontraron cortado al llegar a Córdoba.

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En el 918 tuvo una nueva reparación por orden de Abderramán III.

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En 1460, ordenada la restauración por Enrique IV, cuyo presupuesto llegaría hasta ser revisado por un juez pesquisidor dada la gran suma invertida; en 1500, 1502 y 1532, reparaciones de estribos, etc.

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En 1684 José Granados intervendría en la cimentación del puente con pilotes; En 1776 de nuevo se realiza un informe para cimentación del puente, y en 1975, se intervendría de nuevo en la cimentación.

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Con todo ello diferentes han sido los enfoscados, la alteración de los arcos, dovelas, etc, siendo éste el motivo de la heterogeneidad que ha mostrado el puente en su conjunto dadas las diferentes técnicas empleadas, habiéndose perdido su fábrica original.

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El puente tiene una longitud de unos 225 metros y está compuesto por 16 arcos resistentes que abarcan toda la anchura del tablero, los arcos son: el primero, escarzado, dos, tres , cinco y seis, apuntados, el cuarto, ultra circular, es decir de herradura, y los restantes de medio punto, todo ello también ha influido en su resistencia de cimentación ya que los componentes horizontales de los empujes de cada arco no se encuentran compensados, aunque el puente llegó a tener 17 arcos habiéndose cegado con las arenas el inmediato a la ciudad, se prescindió de él en una de las obras, haciéndose más ancho el que hoy es el primero y acabando de terraplanear el antiguo; consta de 15 pilas y 2 estribos, que recogen la fuerza que descargan los arcos y los trasmiten a la cimentación.

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Sobre los tajamares que separan los arcos nueve y diez se levantan, por encima del pretil de un lado, una capillita como un nicho, donde estuvieron ejecutados los Santos San Asciclo y santa Victoria y enfrente una estatua de San Rafael, obra del escultor Bernabé Gómez del Río puesta en 1651 para conmemorar el rezo al arcángel.

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Las causas de los derrumbamientos que ha sufrido el puente se deben al arrastre de materiales producidos por la corriente y procesos de socavación del cimiento, y sucesiva erosión de la piedra.

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Toda una trayectoria histórica que culmina con la polémica que está suscitando su nueva remodelación, y sobre todo dada la connotación de, Integral, ya que se ha intervenido en la totalidad del puente.

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Si bien es cierto que la reforma era conveniente para salvaguardar al puente de la erosión y el mantenimiento de sus cimientos, solidificando para evitar algún derrumbe, también es cierto que intentar llevar a cabo una reforma de todas sus unidades, tanto en paramento cómo en planta, con el famoso granito rosa, quizá esta excediendo en cuanto a trasformación de la imagen que se tenía del puente, habida cuenta de que la pretensión es devolver el aspecto que el puente tenía en siglos anteriores, aunque con técnicas constructivas de éste siglo, cómo el corte de las baldosas.

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En fin, todo un cúmulo de circunstancias que han llegado a la voz popular dividiendo las opiniones y suscitando un podríamos llamar, “microclima” de malestar generalizado.

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Seguro que muchos vecinos de ésta ciudad se han visto afectados por no poder reformar la fachada de su casa dada la importancia histórica de la misma, y estarán impactados con la llamemos “alegría” con la que se está remodelando un emblemático monumento de la ciudad.

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¿Dónde queda el empedrado por el que paseábamos, y las farolas que iluminaban tan románticamente esos paseos?; También se está interviniendo en la torre de la Calahorra, y próximamente en el entorno de la puerta del puente, que sostiene la instalación de un colector en la ribera.

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El proyecto incluye rebajar la cota de la ribera hasta que la puerta del puente quede al mismo nivel que la entrada de dicho puente y así devolver la antigua pasarela, puede que la zona se vuelva peatonal con el tiempo.

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A pesar de ello, hago un llamamiento a la esperanza, ya que quizás y esperándolo así, no sea tan grave, y en post de la conservación hayan realizado un buen trabajo, lo cual no pongo en ningún momento en duda ya que la restauración de los sillares parece ser bastante buena en cuanto a técnica de restauración.

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Radiante y blanquísimo quedará el puente, que con el paso del tiempo irá adquiriendo su oscuro tono al que nos tenía acostumbrados y demos un voto de confianza a los profesionales que se han enfrentado a tan “suculento” proyecto, aunque la historia pide en numerosas ocasiones un poco más de cautela.