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Vengo intentando en estas páginas, desde que me dieron la oportunidad de escribir en ellas, aportar mi granito de arena en defensa de una tradición nuestra que en los últimos tiempos, cargados de agentes destructivos de todo lo que signifique España (con el falso escudo ecologista en sus manos para arrastrar así a otros incautos sumidos en la ignorancia), se está viendo vapuleada por todo tipo de títeres cuya única autoridad se la otorga la tribuna ignominiosa de la falta de cultura de un pueblo que se echa en brazos de la opinión de cualquier imbecil que salga en televisión. Pues bien, aprovechando que en este mes de noviembre la revista Córdoba Eterna se acerca, de una manera u otra, al mundo de la música, voy a tratar de hacer un repaso por los Toros y la Música, una de las vertientes artístico-culturales (como en todas) en que nuestra Fiesta Nacional ha influido considerablemente.
\r\nIndudablemente es el pasodoble el género que se identifica plenamente con los Toros, que es, ciertamente una Fiesta con música (en realidad es muy difícil encontrar manifestación festiva sin ella), aunque el origen de éste no sea precisamente taurino. Pero antes de profundizar algo más en este aspecto conviene hacer un recorrido por otro tipo de manifestaciones musicales en las que sin existir esa conexión directa entre el espectáculo taurino y la música, son los toros y los toreros los claros protagonistas de la composición.
\r\nEn el Folklore popular español podemos remontarnos hasta la Cantiga 144 de Alfonso X el Sabio, pasando por las comedias de Lope de Vega donde se intercalan coplas cantadas en las que no falta el componente taurino. Peribañez y el Comendador de Ocaña o El Caballero de Olmedo son claros ejemplos de lo que digo. Llegando hasta las clásicas sevillanas de finales del XIX y principios de XX:
\r\n\r\n
Lagartijo tiene un hijo
\r\nque lo quiere meter a fraile
\r\ny el chiquillo quiere ser
\r\ntorero como su padre. O esta otra que dice: No te tires Reverte
\r\npor lo torero
\r\nque si te coge el toro
\r\nde pena me muero.
\r\n\r\n
El mundo de la Copla con su antecedente de la Tonadilla, conocida también como Canción Española ni que decir tiene que como española que es también ha intentado ser denostada, pero ante las basuras que nos inundan provenientes del mundo anglosajón y sus imitadores patrios, hoy en día es un genero que se valora por si solo. Nos debemos referir al maestro sevillano Manuel López Quiroga que inmortalizó con sus creaciones a Concha Piquer y Juanita Reina, muchas de ellas de claro índole taurino: Capote de grana y Oro, Romance de Valentía o Francisco Alegre entre otras. Pero dentro de este tema tenemos que hacer una clara referencia, por su trascendencia universal, a la composición El Relicario, con música de José Padilla y letra de Oliveros y Castellví. No hace falta añadir nada más la música la conoce todo el mundo, y la letra, para dejar constancia, dice:
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“Un día de San Eugenio, yendo hacia el Pardo le conocí
\r\nEra el torero de más tronío y lemas castizo de toó Madrid
\r\nIba en calesa, pidiendo guerra y yo la mirarle me estremecí
\r\ny él al notarlo bajó del coche, y muy garboso se vino a mi
\r\nTiro la capa, con gesto altivo y, descubriéndose me dijo así:
\r\nPisa, morena, pisa con garbo, que un relicario, que un relicario te voy a hacer
\r\ncon el trocito de mi capote que haya pisado, que haya pisado, tan lindo pie.
\r\nUn lunes abrileño, él toreaba y a verle fui
\r\nNunca lo hiciera, que aquella tarde, de sentimiento, creí morir.
\r\nAl darle un lance, cayó en la arena, se sintió herido, miró hacia mí
\r\ny un relicario sacó del pecho, que yo enseguida reconocí
\r\nCuando el torero caía inerte, en su delirio decía así:
\r\nPisa, morena...”
\r\n\r\n
Ni que decir tiene que nuestra Zarzuela está cargada de alusiones taurinas. En 1864 se crea la fundamental, no solo para le evolución del genero sino para la música taurina en general, Pan y Toros con letra de José Picón y música de Francisco Asenjo Barbieri. De las más notables creaciones y con claras referencias taurinas es La Boda de Luis Alfonso de Jerónimo Jiménez. Damos el salto hasta la Opera para referirnos a la inmortal Carmen de Georges Bizet, estrenada en París en 1875. Por su difusión (casi a la par de Verdi con su Rigoletto o Puccini con su Bohème), por su calidad sinfónica, por su decorado en varios actos (una Plaza de Toros) y por su temática (el torero famoso, el sargento celoso y la gitana hechicera) podemos considerarla la máxima representación musical de inspiración taurina. Y al hilo de la mítica Carmen llegamos hasta El Gato Montés; replica española, obra del valenciano Manuel Penella, de la mítica creación de Bizet, y que a pesar de su calidad sinfónica se ha inmortalizado como un famoso pasodoble taurino, uno de los más significativos sin duda del repertorio.
\r\nNo podemos olvidar la magnifica Oración del torero de Joaquín Turina, que nos sirve como claro ejemplo de la incursión taurina en la música de concierto. Aunque concebida por el autor como obra de cuarteto, se transformó plenamente al repertorio de las orquestas sinfónicas. Por ultimo no debemos de dar un último paso hasta el pop-rock actual siendo muchos los grupos que incorporan claras referencias taurinas en sus letras, siendo el caso más claro el del grupo madrileño Gabinete Caligari, que entre otras creaciones muy influenciadas por los Toros compusieron uno de las más bellas elegías que se han dedicado a un torero, en este caso Juan Belmonte. Es su canción Sangre Española y no me resisto a transcribirla: “El Pasmo de Triana domina a la muerte, iluminado su arrogante perfil. Juan Belmonte en el ruedo: una estatua de pasión, solo él me conmovió. /Cita a la muerte con la lüger en la mano, Sangre Española brotó rabiosa de su sien. Juan Belmonte en el ruedo: una estatua de pasión, solo él me conmovió. /Para, templa y manda, El Pasmo ya no anda; seduce a tus amigos, eres la verdad; después de él nadie más./ Sangre española ¿a qué toro te arrimas hoy? Una pistola puso fin a tu valor, Sangre Española ¿en qué plaza toreas hoy? Para, manda y templa, Belmonte nunca tiembla /seduce a tus amigos, eres la verdad; después de él nadie más.
\r\n” Vamos a continuación a profundizar un tanto en el pasodoble. Como dijimos, sin duda la forma musical que más se adapta a la idiosincrasia de la Fiesta, no en vano es lo que suena en nuestras Plazas de Toros, antes, durante y después de la lidia del animal. También referimos el dudoso origen del pasodoble, aunque es evidente por su aire de marcialidad que es una música de origen militar, probablemente constituyéndose como tales en el siglo XIX, concretamente en la Guerra de la Independencia, cuando por su carácter épico el pueblo lo hizo suyo.
\r\nPor su temática, dentro de la perspectiva taurina, podemos dividir al pasodoble en dos grandes grupos, los que están directamente dedicados a enaltecer la figura de un torero y los que, sin tener esta cualidad, están claramente vinculados a la Fiesta. Dentro de estos están los que derivan, de una forma u otra, de un tema taurino y los que no tienen nada ver pero que han sido adoptados por la afición y suenan en cualquiera de nuestras plazas; de este último grupo tenemos como ejemplos España Cañí de Marquina, Amparito Roca de Texidor o Chiclanera de Vega, Oropesa y Carmona; de los anteriormente citados tenemos claros ejemplos en los ya mencionado El gato Montés de Penella (originario de la Opera homónima) o Pan y Toros de Picón y Barbieri (surgido de la Zarzuela del mismo nombre).
\r\nEn cuanto a los pasodobles que están dedicados a un torero concreto la fama no va muchas veces en concordancia con la categoría de homenajeado ya que su popularidad o fue efímera o, simplemente no llegó a ser. Casos paradigmáticos son los pasodobles Guerrita, Bombita, Machaquito, Belmonte, Pepe Luis Vázquez o Antonio Bienvenida. Pero si existen los casos en que el pasodoble si está acorde en su fama con la del torero, tal es el caso de Gallito de Santiago Lope, prototipo del pasodoble torero, Frascuelo de Jerónimo Jiménez o Domingo Ortega de Oropesa y Ledesma. Pero los dos casos más conocidos de esta coincidencia entre la popularidad de la pieza y la del torero los encontramos en Marcial de Martín Domingo (Marcial eres el más grande, se ve que eres madrileño, rival de Belmonte y José,...) y en Manolete de Pedro Orozco y José Ramos Celares. Fue estrenado en la novillada celebrada el 19 de marzo de 1939 en el viejo Coso de los Tejares, actuando el homenajeado que estaba en puertas de tomar su sevillana alternativa; el festejo se celebró a beneficio de la Hermandad de la Caridad con el propósito de la construcción de su paso procesional. La letra le fue añadida posteriormente: “Manolete, Manolete, de la tierra los califas gran torero, llevas sangre de valiente y te aplaude por tu arte el mundo entero. De "Guerrita" y "Machaquito", eres honra y tradición, de tu tierra cordobesa, tu serás el mejor galardón...”
\r\nNos queda por último situar la música en su contexto, la Corrida. Suena el pasodoble (salvo en las ocasiones en que lo hace el Himno Nacional por llegada o salida del Rey) durante el “paseíllo” hasta la salida del primer toro (en Córdoba se ha impuesto la tradición de que siempre suena el aludido Manolete); en los intermedios, es decir tras el arrastre del toro y la salida del siguiente, también en caso de devolución del toro a los corrales; eventualmente, o así debería ser, cuando se ha de premiar la labor de muleta de un torero, incluso cuando lo hace con el capote o va a banderillear. También se puede dar el caso de que la música suene en honor de un toro bravo. En este aspecto hay que significar la sensibilidad que siempre ha tenido la Maestranza sevillana; por ejemplo el 15 de abril de 1977 sonó la música durante el tercio de varas en honor del bravo Comando Gris de Salvador Guardiola. En mi corta carrera de aficionado he visto como la música sonaba cuando Fernando Cepeda o Finito de Córdoba instrumentaban en tan incomparable marco unas verónicas eternas. Claro que para que esto ocurra tiene que dirigir la Banda un buen aficionado y no un autómata que pone música a cualquier muestrario de monotonía que ofrezca el pega pases de turno, lo que cada día abunda más en nuestro ruedos.
\r\nCaso a parte en este sentido, y en otros muchos afortunadamente, es la plaza de la Ventas madrileña. Allí no suena la música durante la faena del matador existiendo muchas hipótesis al respecto, quizás este relacionado con un buscado sentido de seriedad (la música enaltece más las cosas). Se habla de una polémica suscitada entre los partidarios de Marcial Lalanda y Domingo Ortega, a uno le tocaron su pasodoble y al otro no. Lo cierto es que, aunque se pierda uno de los componentes de la Fiesta, los olés (que no deja de ser la más pura banda sonora de las grandes faenas) suenan con más claridad y además evitamos al tontito de turno gritando ¡¡¡música!!! De todas formas como la idiotez es muy osada, de vez en cuando alguien también lo grita en Las Ventas del Espíritu Santo, la Plaza donde la música suena en más ocasiones cuando el toro es devuelto al corral.
\r\nEspero que este modesto acercamiento a la música en los Toros (reconozco mi poca profundidad en le conocimiento del tema) haya servido al menos para que el lector se componga un pequeño esquema de lo que es esta manifestación artística cuando se coloca entre las astas de un toro. Ponerle música a algo es labor nada fácil, ponerle música a algo tan, a veces, complicado de comprender como es nuestra Fiesta Nacional es labor mucho más complicada. Lo que no es tan difícil es comprender la importancia que tiene en la Fiesta la música, y viceversa.
03-05-2010 11:34 a.m.
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