El Anís La Cordobesa

Posiblemente hay pocas cosas tan evocadoras de Córdoba como la botella del anís “La Cordobesa” que desde 1920 vienen elaborando las Bodegas Cruz Conde. La etiqueta, diseñada por el genial pintor Julio Romero de Torres, se ha convertido a lo largo de los años en un clásico en la barra de los bares y hogares de nuestra ciudad.

Aparte de sus geniales obras pictóricas y muralistas, el autor tenía gran experiencia en cuestiones publicitarias, prueba de ello son los numerosos carteles de la feria de Córdoba, de los Toros o la publicidad de la empresa Unión de Explosivos Riotinto.

Para cumplir con el encargo de las Bodegas, Romero de Torres, se basa en el lienzo “Los Ojos de la Guitarra”, donde se sirvió de la imagen de Amarantina. Esta guapísima bailarina, de origen sevillano, se convertiría en la imagen del anís y representaría en solitario el riquísimo licor durante muchos años. Como estrategia comercial de la firma, se empieza a utilizar, para diferenciar el anís seco del dulce, la imagen del cuadro que Rafael Cruz Conde encargó también al pintor. Encargo que el autor realizó por amistad y que regaló a uno de sus grandes benefactores.

En 1929, Julio Romero de Torres, tal y como nos cuenta Mercedes Valverde, experta en la obra y vida del pintor, realizó esta famosa obra, titulada “Bodegas Cruz Conde”, mientras preparaba la Exposición del pabellón de la Casa de Córdoba, para la Exposición Iberoamericana de Sevilla. En este caso la protagonista de la que sería también desde entonces la imagen de las Bodegas fue María Teresa López, nacida causalmente en Argentina en el seno de una familia de emigrantes cordobeses que retornarían a la ciudad tras la Gran Guerra.

En dicho cuadro, María Teresa López aparece en el esplendor de sus 16 años con unos rasgos y una personalidad que marcarían la imagen de la morena cordobesa. Dicha belleza sería también la modelo de otros dos famosos cuadros, “La Chiquita Piconera” y “Fuensanta”, este último inmortalizado de forma impresa en casi mil millones de los antiguos billetes marrones de 100 pesetas, dedicados al artista en los años 50.

De esta forma, las Bodegas Cruz Conde fueron pioneras en España en incorporar la imagen de un cuadro de un pintor famoso a sus etiquetas. Dicha técnica sería luego seguida en España por otras empresas vinícolas como Vega Sicilia hasta la más actual, Enate. Esta ha sido una técnica que algunas de las bodegas más importantes del mundo, como Chateau Mouton Rothschild, han venido tradicionalmente haciendo.

Dada la importante labor de exportación que las bodegas han realizado desde su fundación en 1902, la imagen tan vinculada a nuestra Córdoba ha sido difundida en países tan lejanos como México, Japón, Argentina, Ecuador, Inglaterra, Alemania o Guinea Ecuatorial. En todos ellos “La Cordobesa” ha servido de bella embajadora a los productos tradicionales de nuestra tierra.

En nuestro país es también una imagen muy popular dado que se ha incorporado a vallas publicitarias y carteles. De hecho, en la ciudad y provincia casi todo el mundo la conoce y la considera un símbolo no solo del anís sino también de los vinos de Córdoba, del Montilla-Moriles. Los testimonios gráficos nos muestran como también hubo varios azulejos publicitarios en lugares inolvidables, como las puertas del antiguo Coso de los Tejares o en la antigua carretera de Madrid a su paso por la Ribera.

Se da la paradoja que la belleza de nuestra ciudad fue representada por dos mujeres nacidas fuera de la Córdoba Eterna, aunque Córdoba siempre las consideró suyas. Las malas lenguas hablan de que ambas “cordobesas” fueron amantes del pintor, punto por ellas siempre desmentido. La muerte de Maria Teresa López en 2003 se llevaría ese secreto a la tumba. De lo que no hay duda, es que nuestro genial artista supo hacer dos obras geniales, donde supo plasmar el alma y el embrujo que nuestras bellas mujeres morenas portan orgullosas en la elegancia de sus pasos y en el misterio de sus miradas. Pocas veces una marca ha sido capaz de evocar tanto.