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OCTUBRE 2006  /  LITERATURA

Un viejo pescador

02-10-2006 9:54 a.m.

Un viejo pescador izaba las velas de su barcaza cada noche. La luz tenue, que llegaba desde el pequeño puerto, se derramaba entre las olas. La luna se reflejaba en las ventanas de su humilde casa, donde una mujer, que lanzaba al aire una flor, susurraba un te quiero enredado en el viento. Mientras, él besaba el agua, que en breve comenzaría a surcar.

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Un joven aprendiz acompañaba al viejo pescador. Cada día observaba atónito la despedida del anciano y su mujer. Un día le preguntó -¿por qué tantos años, y siempre aquella despedida?.- El pescador afirmó – Su amor me protege. Las flores con las que me abraza cada día, iluminan mi camino. Y su palabra, me hace ser fuerte, me hace sonreír, emocionarme, me hace sentir y beber del sentimiento, me hace querer y ser mejor, me colma de todas las ilusiones del mundo. Su imagen me acompaña cada noche y es antes de partir cuando doy gracias al mar por verla de nuevo, unas vez más, una noche más.”

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Cuando pasaron unos minutos la embarcación ya se adentraba en el arrecife. La marea mecía su cuerpo de madera y el silencio lo cubría todo. El pescador y el aprendiz echaron sus redes entre los brazos de Neptuno. Luego se sentaron para contemplar el firmamento. - ¿Has visto las estrellas? – Dijo el pescador al aprendiz. – Nos contemplan, nos iluminan, nos muestran el camino a seguir. Las elegimos como guía, compartimos con ellas nuestro destino, nos hacen soñar cada noche, amar y entregar lo que somos cada día. – - ¿Así es el amor?- preguntó el aprendiz. –En parte, mi joven amigo-, respondió. Es cierto, que el amor entre dos personas que se unen para siempre te hace fuerte en la lucha, te hace sonreír, te emociona, te guía, te hace soñar, te llena de ilusiones, de entrega hasta compartir un mismo destino... pero el amor no es sólo eso. El amor lo es todo, es cada día y cada noche, es venerar los ojos de la persona amada, sus manos, su tacto, su sonrisa y sus lágrimas; es respetar su silencio, la libertad de ambos y cada palabra; es olvidar el orgullo, es compartir la vida, el latir de los corazones. Es como decía, aquel poeta alemán llamado Rilke, “el amor eterno es simplemente aquello para lo que alcanza la vida Humana”.

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