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Que Córdoba sea cuna de grandes toreros no es solamente por ser lugar de nacimiento de los afamados diestros, cuyos nombres a todos se nos vienen en a la cabeza, que habitualmente vienen haciendo su paseillo eterno por las páginas de esta revista paisana suya. En este título que ostenta la ciudad no podemos dejar en el olvido a la multitud de excelentes subalternos cordobeses que han llenado de torería las plazas del mundo a lo largo de los años, pues, como todo buen aficionado sabe, una buena brega es también sabor a buena faena. Así que, como no es oro todo lo que reluce, hagamos un breve repaso por algunos de los hombres que llenaron de plata la historia taurina de Córdoba y que merecen un lugar de honor muy cerca de los grandes nombres que muchas veces eclipsan su importante porción en la justa fama de ser patria de toreros sublimes.
\r\nPodemos empezar el recorrido argénteo por la figura de Manuel Molina “Niño de Dios”, el cual no dejó de ser un mediano banderillero pero que resulta clave en la tauromaquia cordobesa por ser el padre del primer califa, Rafael Molina “Lagartijo”, y del que podemos considerar como el mejor subalterno que haya pisado los ruedos jamás, Juan Molina Sánchez “el rey de la brega”. Nacido a comienzos de 1851 se cortó la coleta el 8 de agosto de 1900, una semana después del fallecimiento de su grandioso hermano, en cuya inmensa gloria taurina colaboró con su sublime manejo del capote con la mano izquierda, pues era zurdo; también actuó a las ordenes de Luis Mazantini y del sucesor de su hermano en el califato, Rafael Guerra “Guerrita”, antes de su citada retirada tras veintinueve años de profesión. Posteriormente, Juan vivió 32 años retirado y paseó diariamente su torería por ese barrio de la Merced que lo vio nacer (en la calle, hoy tan cambiada, que lleva sus dos apellidos: Molina Sánchez), levantando la admiración de sus paisanos que veían a su paso una porción de la gloria de su ciudad. Juan Molina contrajo matrimonio con la hermana de otro de los grandes subalternos que ha dado Córdoba, Manuel Martínez “Manene”, el cual vio truncada su carrera cuando el 26 de diciembre de 1888 en el viejo Coso de Tejares recibió una cornada mortal al rematar un quite con una larga cordobesa, pase inventado por el matador a cuyas órdenes actuaba, el citado Lagartijo, que también era el ganadero del toro que propició el fatal desenlace. Fruto del citado matrimonio Molina Martínez nació otro importante torero cordobés “Lagartijo Chico”, con sangre torera por los cuatros costados, pero cuya carrera y vida se vieron truncadas por una enfermedad a los 29 años.
\r\nLlegado a este punto debemos pararnos a analizar la cuadrilla que llegó a tener Lagartijo el Grande; a los citados Manene y su hermano Juan Molina hay que añadir los nombres de Rafael Rodríguez “Mojino”, Rafael Guerra “Guerrita” y Rafael Bejarano “Torerito”. Es imposible encontrar un caso similar en la historia de la tauromaquia, es como si en fútbol habláramos de Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento que ganaron cinco Copas de Europa seguidas, pero con una importante diferencia, éstos procedían de diferentes partes del mundo y la cuadrilla que llevó Lagartijo estaba compuesta por cordobeses exclusivamente (con este símil balompédico sólo quiero volver a resaltar lo que era Córdoba en aquel tiempo para el mundo de los Toros).
\r\nDe esta mítica cuadrilla nos interesa ahora el nombre de Mojino (Guerrita y Torerito llegaron a ser afamados matadores de toros por lo que no vienen al caso en este artículo); estamos ante otro de los apodos más importantes en la historia de los subalternos ya que la zaga no sólo se quedó en este Rafael, que podemos considerar Mojino I al ser el mayor de tres hermanos que llegaron a actuar utilizando este apodo. Los otros dos, Juan y Manuel Rodríguez Calvo, fueron respectivamente Mojino II también subalterno de importantes cuadrillas, y Mojino III novillero que no llegó a tomar la alternativa maltratado por las cornadas al ser torero con excesivo arrojo.
\r\nPero no debemos abandonar aún a esta familia torera cordobesa puesto que el padre de los mojinos fue otro célebre subalterno cordobés, nos estamos refiriendo a Rafael Rodríguez “Caniqui”, primo del malogrado Pepete con el que empezó su destacada andadura, que se vio truncada por problemas con la vista acometiendo entonces una de las empresas más bonitas de la historia de la tauromaquia cordobesa ya que fue el organizador de la célebre cuadrilla de niños cordobeses formada por Llaverito, Torerito, Manene y su hijo Mojino. Fructífero episodio del que surgieron dos grandes matadores, uno de ellos Califa (Llaverito no era otro que el que acabaría mandando sobre todos los toreros con el apodo de Guerrita), y dos de los más importantes peones que hemos tenido.
\r\nMayúsculas de plata merece también otro apodo mítico en el mundo de los subalternos: “Cantimplas”. Uno de los grandes peones de la historia ha sido Manuel Saco de León que perteneció nada menos que a las cuadrillas de Machaquito, hasta su retirada, y la de Joselito el Gallo, hasta la tragedia de Talavera; aunque algo brusco en las banderillas destacaba por ser magnífico en la brega, conjuntándose a la perfección con Blanquet en la cuadrilla del mítico Gallito. Una cruel enfermedad truncó su vida en 1922.
\r\nSi el padre fue testigo de la Historia esa tarde de 1920 en Talavera cuando Joselito se encontró con Bailaor, su hijo Rafael lo fue en 1947 en Linares cuando Manolete se encontró con Islero al que había banderilleado previamente. Llevaba desde 1937 en la cuadrilla del “Monstruo”, por cierto que eran primos (la familia torera cordobesa es inmensa), tras unos años de novillero en los que alcanzó cierto éxito aunque le faltó ambición para haber alcanzado más altas cotas; tras la tragedia de Linares perteneció a las cuadrillas de destacados matadores como Rafael Ortega, Julio Aparicio y Antonio Ordóñez entre otros. La saga de estos excelentes subalternos cordobeses se completa con sus hermanos José y Fernando.
\r\nComo se puede comprobar los nombres de plata en la dorada historia taurina de Córdoba están impresos con mayúsculas en este gran tomo de la Historia de España que es la Tauromaquia y se que soy injusto dejándome algunos nombres que por la necesidad de ser sucinto que impone la revista omito (por ejemplo Rafael Martínez “Cerrajillas” en los tiempos de Lagartijo o Manuel Martínez “Viruta” que toreó a las órdenes de Juan Belmonte y en su última época en la de un incipiente Manolete). Además he hecho una parada en el tiempo con Cantimplas hijo, por lo que han quedado fuera nombres más actuales que también merecerían estar en estas líneas. No obstante espero se hayan hecho una idea de lo importante que fue Córdoba para la tauromaquia no sólo en el fulgor de las grandes figuras que llenaron de gloria los ruedos y que son más fáciles de ponderar.
03-12-2007 4:50 p.m.
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