La Judería cordobesa

Una de las zonas más características de nuestra ciudad es la conocida Judería, de la que en el capítulo de este mes nos ocuparemos. Es una zona llena de callejuelas estrechas y adarves, de lugares con encanto y sobre todo nuestro mayor exponente de la Córdoba Patrimonio de la Humanidad.

Su nombre deriva de sus antiguos moradores; la comunidad judía, la cual se asentaba en Córdoba durante el periodo medieval, fue expulsada a principios del siglo XV, terminándose un periodo de prosperidad para nuestra ciudad.

La comunidad hebrea cordobesa se asienta la zona de la Medina llamada Judería en toda la época medieval. Fue un barrio especialmente reservado para los judíos y sobre todo aislado del resto de la ciudad y provista de las instalaciones necesarias para el desarrollo de una vida acorde con la Torá.

Las informaciones que nos han llegado hasta nuestros días acerca del barrio de la judería son bastantes escasas. Sabemos que el periodo de asentamiento fue en época bajomedieval cristiana. Según las fuentes escritas, la Aljama cordobesa se localizaba en el sector suroccidental de la medina junto a la muralla y en las inmediaciones de los centros de poder de la ciudad: el Alcázar y la Mezquita Catedral. Esta ubicación responde a la tendencia general que existía en el resto de las ciudades españolas en la que había alguna comunidad judía, ya que estas se asentaban en zonas resguardadas en recintos amurallados que asegurasen la integridad de la población. En el caso de Córdoba, la judería estaba protegida al oeste por la muralla y al sur por el muro del Alcázar Omeya. Se conoce una fuente del siglo XIV que se ocupó por parte de la población el recinto amurallado conocido como Castillo de la Judería, una fortificación tapial construida al oeste del Alcázar y de la que actualmente solo quedan los simientos de la misma. Debió también contar el barrio con un muro de cierre en su lado oriental pero de este no se tiene ninguna constancia. En cuanto a las puertas de acceso al recinto hebreo, se han localizado dos de ellas; La Puerta de la Judería y la Puerta de Malburguete. La configuración final de la judería cordobesa quedaría de esta manera: Al norte estaría limitada por la puerta de Almodóvar, antiguo acceso a la medina, cuya muralla cerraba el barrio por su costado occidental. Al sur limitaba con la Huerta del Alcázar y lo que actualmente es el Palacio de exposiciones, llegando hasta la actual calle Deanes, cerrando todo el conjunto por la calle Almanzor.

De todo el conjunto hebreo, sólo han llegado hasta nuestros días leves vestigios de lo que un día fue una de las zonas más prósperas de la ciudad medieval. El único edifico, que a su vez es el más significativo que se conserva In situ de la comunidad hebrea, es la conocida Sinagoga Cordobesa, verdadero centro de la vida social judía. Posiblemente algunas de las viviendas que se sitúan alrededor de la Sinagoga, fueran parte del conjunto religioso y albergarían los baños (mikve) o las escuelas religiosas (Talud Torá). Lo que si se ha conservado de la comunidad hebrea es la configuración de las casas y las calles, destacando el carácter estrecho de las mismas que invitan al viandante a perderse por ellas y evocar un pasado lleno de historias y sabiduría.

Entre los miembros de la comunidad hebrea que vivieron en esta parte de la ciudad, destacaremos la figura de Mose b. Maimon, más popularmente conocido por Mainónides, siendo uno de los miembros principales de la comunidad científica, realizando estudios de filosofía y destacando por sus conocimientos de medicina. Otro de los hebreos que pasaron por nuestra ciudad, fue el filósofo y poeta de Tudela llamado Yehuda ha-Leví, quien debatió en nuestra ciudad sobre teología con Cristianos y Musulmanes.

Volviendo a nuestro recorrido por uno de los lugares con más encanto de la Córdoba Eterna, nos encontramos con una de las pocas Sinagogas que se conservan en España, la llamada Sinagoga Cordobesa. Es una de las más significativas de nuestro país, ya que forma pareja con las de Santa María la Blanca y la del Tránsito de Nuestra Señora, ambas en Toledo. Fue construida, según la inscripción que se conserva en su interior en 1315 y en ella se lee: “Santuario en miniatura y morada del Testamento que terminó Ishap Moheb, hijo del señor Efrein Wadowa el año setenta y cinco. ¡Asimismo vuélvete, oh Dios, y apresúrate a reconstruir Jerusalén!”.

Esta sinagoga no presenta un acceso directo desde el exterior, ya que se accede atravesando un patio que nos lleva a una sala de planta rectangular. En su lado Este nos encontramos unas escaleras que suben a la Tribuna o Galería de las Mujeres. El muro Norte del recinto está abierto y da paso a la Sala de Oración, cuya planta es rectangular. Su decoración se realiza a base de yeserías mudéjares formando estrellas de 4, 6 y 8 puntas, destacando las inscripciones que representan fragmentos del Libro de los Salmos. En el muro oriental de esta sala, se abre un hueco llamado Aron donde se colocaban los rollos sagrados.

Este recinto religioso fue uno de los más prósperos de la nuestro país, pero a partir del año 1492, tras la expulsión de los judíos, esta zona de la ciudad cae en decadencia, cambiandose de recinto sagrado a otros menesteres, ya que en se transformo en Hospital de Santa Quimera, destinado a curar la rabia, más tarde en 1588, se convierte en la Ermita de San Crispín y San Crispiniano, patronos del gremio de los zapateros, pasando en el siglo XIX a ser escuela de párvulos y posteriormente se declara en 1884 Monumento Nacional. Hay que destacar de esta zona de la ciudad, que tras el incidente ocurrido en el siglo XV entre la comunidad cristiana y la hebrea, se pasa a formar la XIVª Collación de la ciudad, agregando la Capilla de San Bartolomé al resto de la collaciones.

Con este leve recorrido por esta parte de la ciudad, una vez más hemos querido realzar la Cordoba Eterna, para así pasear y recrear lo que un día se vio en nuestra ciudad. Disfruten del paseo.