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OCTUBRE 2007  /  LITERATURA

Baena

01-10-2007 6:25 p.m.

Tesoros literarios de la provincia

La provincia de Córdoba guarda una gran riqueza cultural, artística, gastronómica, paisajística y humana. Córdoba Eterna, a través de esta sección, rendirá en los próximos artículos un merecido homenaje a las creaciones literarias y a los escritores de toda la comarca cordobesa.

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En esta primera incursión, nos adentraremos en las principales obras y autores que ha ofrecido la villa de Baena durante su extensa historia. Partiendo de Qasim ben Asbag, autor de Al Andalus alabado por contemporáneos como Ibn Hazm, llegamos hasta la Edad Media. En ésta, aparece la figura del poeta Juan Alfonso de Baena que fue el recopilador del famoso Cancionero de Baena (1445), donde se constata por primera vez la supremacía de la poesía castellana sobre la gallega. Ya en el siglo XVI, en concreto, en el año 1586 nace el noble Luis Carrillo de Sotomayor, poeta que unirá los últimos vestigios de la literatura renacentista con la inminente y recargada llegada del barroco. Su principal obra escrita en prosa recibió como título “Libro de la erudición poética”. A éste hay que sumar una pequeña recopilación de “Cartas”, lo que le sumaba a la llamada literatura epistolar. También tradujo la fabulosa obra de Séneca “De la brevedad de la vida” y “Remedio de amo”, de Ovidio, obra que además comentó. En verso escribió cincuenta sonetos, una veintena de romances, letrillas, estancias, liras, dos églogas de pescadores, dieciocho canciones, y su gran obra, “La Fábula de Acís y Galatea”, que más tarde serviría de inspiración a Góngora en su Polifemo. Se ha dicho que el verdadero valor de Carrillo está no en su producción poética, sino en su condición de preceptista, de teórico del arte literario, que le coloca como creador del movimiento cultista que aborda la renovación del léxico y de la sintaxis mediante el empleo de un vocabulario escogido y el uso del hipérbaton.

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Un siglo más tarde, el testigo dejado por Luis Carrillo de Sotomayor lo recogería el singular Miguel Colodrero de Villalobos. Su primera obra fue impresa por el editor cordobés Salvador de Cea en el año 1629, cuando tan solo contaba con 21 años de edad. Su gran riqueza de lenguaje, su virtud para crear imágenes y su gran léxico le hizo crear pequeñas y sencillas piezas como ésta, dedicada al arroyo Marbella, aplaudida por el mismo Lope de Vega o repudiada por Ramírez de Arellano.

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"Ya no pienso mirarte

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Marbella, fuente fría.

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Bien me has hecho y no quiero

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hacerte mal por linda.

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Cultores que te sangran

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tu curso debilitan:

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a quien no apuraran

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frecuente las sangrías.

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Cuando al socorro llegas

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no hay socorro a tu vida

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çGuadajoz te devora

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serpiente cristalina".

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Paso a paso por la principal historia literaria de Baena llegamos al siglo XIX, donde nos aguarda José Amador de los Ríos, ensayista y polígrafo de gran fama en el mundo de las letras de la época. Nacido en 1918, sus primeros pasos artísticos le condujeron a Madrid, obligado en parte por el traslado del padre, José de los Ríos, que sería nombrado escultor de los Reales Sitios. Allí, matriculado en la Real Academia de Artes de San Fernando y bajo las enseñanzas del pintor José de Madrazo, comienza a realizar sus primeras críticas artísticas consiguiendo un éxito precoz. Instalado ya en Sevilla, a finales de la década de 1830, comienza a coquetear con toda la plana mayor literaria del momento. Es elegido miembro honorario de la Real Academia de Sevilla coincidiendo con el momento donde comienza a publicar sus poesías (1839), cuya principal recopilación se publicaría dos años después de su muerte, 1880, y que serían prologadas por Juan Valera. En ese momento, Amador de los Ríos observa una oportunidad de crear y tener éxito por lo que realiza libros de poco fondo pero de mucha aceptación como “Sevilla pintoresca” o “Toledo pintoresco”. Con tan sólo 24 años, el escritor baenense ya ocupaba un lugar de importancia entre la élite literaria de España aunque fue, poco a poco, desviando la creación por el estudio vasto de nuestra historia, nuestra arqueología y nuestras ciudades. De esta manera llegarían títulos en las décadas de los 50 y 60 como “Historia crítica de la literatura española”, “Historia de la villa y corte de Madrid”, “Historia social, política y religiosa de los judíos de España y Portugal”, “Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar Océano” y “Estudio y educación de las clases sociales en España durante la edad Media”. Gracias a su prolífica carrera literaria, Amador de los Ríos obtuvo numerosos cargos como el de decano de la facultad de filosofía y letras de la universidad central (1856) y vicerrector de la misma (1867). También ocupó el cargo de director de la Gestión de Monumentos de Sevilla y director del museo arqueológico nacional (1868) debido a su gran actividad arqueológica. De todos ellos fue depuesto tras la revolución del 68, diez años antes de su muerte que acontecería en Sevilla, ciudad que junto a Madrid ocuparía el lugar más destacado en su pródiga vida.

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Contemporáneo a José Amador de los Ríos es el último autore que nos ocupa en este artículo, José Valverde. De su pluma nacieron las “Leyendas de Madrid, Toledo y Córdoba” y la obra dramática “Heridas de honra”, donde se alude a su etapa de reconocido militar. Y es que con tan solo 20 años, en 1868, obtuvo notables reconocimientos en el ejército, donde comenzó su carrera alistándose en el Regimiento de Infantería de Cantabria, unidad con la que participó en la batalla de Alcolea, siendo ascendido a cabo. Luego fue destinado a Cuba siendo nombrado Capitán. Del ejército se licenciaría en 1902 como Comandante en Toledo y habiendo conseguido entre otras distinciones la de Comendador de Isabel la Católica. Respecto a su quehacer literario hay que sumar, a las obras nombradas con anterioridad, las que le merecieron mayor fama y el cargo de historiador del pueblo: “Historia de la villa de Baena” y “Antiguas ordenanzas de la villa de Baena”. Valverde y Perales presentó su historia de la villa en la Real Academia de la Historia consiguiendo un gran éxito como lo describe en su discurso de 1903, Adolfo Carrasco. Dicho académico aplaude la obra, prologada por Rodrigo de los Ríos, hijo de José, y en especial la parte dedicada a la batalla de Munda, que tuvo lugar, con Julio César al frente, en parte del término municipal de Baena. También hay otros episodios relevantes como el encuentro por unos labradores del llamado Crismón de Baena en el siglo XVII, símbolo gráfico del pueblo.

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Este ha sido el primer peldaño de esta serie de artículos. Si la historia literaria de nuestra ciudad milenaria es preciosa y vital para entender la evolución de las letras hispanas, la de nuestros pueblos también lo es. Baena y algunos de sus principales autores así lo demostraron en su época, cuya importancia y logros aún perduran.

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